Hamza, un joven marroquí, faltaba día sí día no a las clases de castellano de Migra Studium porque salía con un grupo top manta. Era ya a finales de curso cuando, hablando, salió la posibilidad de ir a ver la tienda que tiene el sindicato top manta en el Raval. En la manifestación del 11 de septiembre lo vi cerca del Arc de Triomf en un tenderete que había montado el sindicato. Trabajaba unas horas allí. Ambos nos alegramos mucho de reencontrarnos.
De este hecho tan sencillo destacaría la alegría del reencuentro con Hamza en un trabajo estable. Pienso en los discípulos cuando vuelven de la misión a la que les había enviado Jesús, la alegría que también manifestaban. He aprendido que esta alegría se puede vivir en muchos momentos de nuestras vidas. Es una vivencia muy humana y esa humanidad a mí personalmente me ha ayudado a vivirla ACO.
Pero no todo son flores y violetas: Mohamed y otros duermen en la calle. Han vivido terribles experiencias hasta que han llegado a Barcelona. Son ellos quienes me empujan al compromiso y la esperanza.