Formo parte del grupo de Diablos Kapaoltis de Llefià hace unos quince años. Primero estuve en el grupo de percusión que acompaña a las salidas. Es un grupo creado hace más de 40 años en un barrio periférico. El grupo hace de aglutinador de diferentes jóvenes y realidades y acerca la realidad de un mundo nuevo para ellos, el de las colles, ir a otras fiestas, participar de los actos centrales de las fiestas de la ciudad. Participamos como familia. Todos somos miembros. Yo dejé de participar en la percusión porque la obligatoriedad de los ensayos era incompatible con la conciliación. Joel se animó a “quemar”. Hace unos meses que también «quema» Abril. Me acompañaba en las salidas, llevando el carro, maquillando, haciendo bocadillos en las salidas… Y al final, ya es miembro del grupo. Hay pocas mujeres. Me permite participar con ellos en alguna actividad comunitaria como iguales. Básicamente, hago el trabajo que menos gusta en una entidad en la que todo el mundo, evidentemente, quiere crear. Llevo el carro cargado con la pólvora. También implicamos a la entidad en la red de asociaciones del barrio. No sólo deben realizarse salidas de correfocs, sino formar parte de la comisión de cultura, de la comisión de fiestas.
En tu acción, ¿qué crees es evangelizador y/o transformador?
Servir, hacer lo que sea necesario en el grupo y sobre todo la que no luce con el fuego, querer hacer comunidad y transmitir el sentimiento de pertenencia a la realidad de barrio y también de ciudad, implicar a los jóvenes en nuevas cosas por encima de la acción de ocio y fiesta, escuchar la vida de los jóvenes. Soy una de las personas mayores del grupo y es un proyecto intergeneracional, por eso es transformador.
¿Qué crees que nos identifica como ACO?
Qué debería identificarnos. El Evangelio y la acción de Jesús es seductora, pero es compleja de seguir para una persona pecadora y mortal llamada Eva, ja, ja. Quisiera ser identificada en el equipo como alguien que emite alegría, cercana, al servicio de lo que sea necesario, sin hacerme notar, con quien charlar y compartir, que pueda ser modelo de familia comprometida en una acción y con un territorio, que siempre dice que sí -también me llamo María (…)-. Eva María como la canción. Que el grupo sea un espacio de convivencia y respeto y que se valore que este modelo es exportable a otros ambientes.