“La Fe, la Esperanza y la Caridad es la tríada que genera energía”
Por Daniel Jover
Fotografías: Joan Andreu Parra. Video: Mercè Solé
Estamos contentos de volver a encontrarnos con Pilar Malla Escofet (El Pont d’Armentera, 1931) después de haber aceptado que le hagamos una entrevista ni formal ni convencional para la revista de ACO. Queremos que sea una conversación sincera, un diálogo espontáneo y natural, sobre algunos aspectos significativos en su trayectoria y en sus motivaciones.
Paulo Freire decía que reflexión sin acción era verbalismo, pero que acción sin reflexión era activismo. Pilar Malla simboliza la síntesis integradora entre una acción concienciada y una praxis en la acción directa… Desde esta perspectiva y haciendo balance, ¿quién es realmente Pilar Malla? Y todo lo que has hecho en tu trayectoria, ¿por qué lo has hecho? ¿Para qué?
La vida me ha llevado a hacer muchas cosas una detrás de otra. Es verdad que siempre he tenido una inclinación hacia las personas más necesitadas y, ciertamente, toda mi vida se ha ido desarrollando en este mundo de ayuda y solidaridad con las personas desfavorecidas.
Siempre hay factores imprevistos, circunstancias y personas que te van llevando por el camino de la vida y te ayudan a perfilar la vocación de servicio. Por ejemplo, cuando era jovencita, en el grupo de revisión de vida de la JOC en donde participaba, pidieron una enfermera que fuese a Francia a trabajar con los emigrantes. Yo fui como asistente social, porque ya había hecho las prácticas en Bélgica (donde también servía en casa de una señora francesa, culta y educada), conocía la lengua francesa… Pero cuando llegué, no había sitio de asistente social y entonces hice de criada. Explico esto porque Francia me ha marcado muchísimo, su cultura, su organización. Y fui a vivir con los emigrantes españoles en un barrio que se llamaba “la pequeña España”, que era Saint Denis, en la banlieue parisina. Allá vivía en una casita pequeña en unas condiciones muy precarias con otra amiga y en el dispensario sanitario hacía de intérprete y todo lo que hacía falta.
Tu vocación de servicio en el mundo y de compromiso por los pobres, ¿va vinculada a tu fe cristiana (Pilar forma parte del Instituto de Misioneras Seculares, IMS)?
Todo esto lo hacía movida por el espíritu de evangelización, por el amor de Jesucristo, con un buen sentido religioso y, sin duda, movida por la fe. Estar unos años en Francia viviendo en lugares diferentes me sirvió de mucho para fortalecer la vocación: en el año 1957 fui enviada por el Instituto a París para trabajar con los emigrantes españoles, en dónde viví hasta la Revolución de Mayo de 1968. Allí aprendí muchas cosas, en relación con el trabajo, la vida, los valores de las personas. Los barrios y lugares en donde estábamos eran bastante pobres. En la última etapa me pidieron si quería hacer de traductora en algunos servicios franceses a donde iban muchos españoles y fui. Ahí estuve un tiempo y me dijeron que trabajaba bien y entonces me quedé como asistente social. Allí aprendí bien el oficio, entre otras cosas, el valor y la eficacia de formar equipo. Cuando volví a Barcelona sabía hacer de trabajadora social y empecé a hacer cosas. De aquí vino mi trayectoria inesperada de hacer una opción por los más desfavorecidos, que ha sido muy fecunda desde el punto de vista cristiano y humano.
Tu estilo es poner las personas en el centro, pensar inspirándote en las demandas y en las necesidades de la gente. También sabes aglutinar personas y crear equipo desde la sencillez y la naturalidad, pero, al mismo tiempo, con una visión estratégica. ¿Ello te ha llevado a asumir responsabilidades desde muy joven?
Se ayudaba a la gente necesitada que venía a Cáritas, pero me parecía que tenían más derechos que recibir lo que les dábamos, ya que eran recursos limitados y no podíamos atender todas las necesidades. Por ejemplo, cualquier persona que venía y que no tenía trabajo para ganarse la vida, la veíamos con capacidades y posibilidades de salirse de esa situación. Así, a través de Cáritas y una estructura como el Servicio de Paro, que les daba más fuerza, empezamos a crear diferentes cooperativas que se fueron haciendo grandes.
Se trataba de crear cosas que no fuesen solo de carácter asistencial (que pueden cronificar la dependencia), sino dar lo que necesitaba la gente en el momento y lugar oportuno para que fuesen autónomos y responsables de su situación, buscando salidas colectivamente. Teníamos que ser prácticos e intentar dar respuestas ágiles, estando alerta de lo que hacía falta y decidiendo cómo se podían afrontar situaciones de paro en personas de gran vulnerabilidad: cooperando con otras instituciones públicas y privadas que tenían más recursos y competencias…
Pero, bien, ya se ha acabado esta larga etapa para mí, porque no he tenido una concepción patrimonialista de los proyectos y acciones. A veces, la vida es empezar y dejar marchar, tomar y dejar ir… y esto me parece que es muy importante.
Asumiste diferentes funciones y responsabilidades durante todos estos años que estuviste en Cáritas, como directora, secretaria general…
Sí, pienso que se hizo bastante faena desde Cáritas, tanto en servicios sociales como en soporte emocional y personal, además de recursos ocupacionales y formativos. También teníamos a los beneficiarios del FAS (Fondo de Asistencia Social), que eran los mayores que cobraban un dinero básico pero insuficiente (6.000 pesetas o menos). Tomé la decisión de hacer emerger el problema de la pobreza y hacer visible una situación social tan grave. No lo podíamos hacer solos. Había que buscar la colaboración de una entidad financiera enraizada y con reputación como la Caixa de Pensions… Nos ayudaron a hacer un estudio para diagnosticar bien la complejidad del problema y proponer soluciones. Ante de unos resultados escalofriantes, la Obra Social de la Caixa de Pensions incrementó las aportaciones para que se pudiesen cobrar 13.000 pesetas. Así se mejoraron las condiciones de vida de las personas, sin que fuese humillante ni asistencial.
Era el momento en que había que elaborar una estrategia compartida de lucha contra el paro socialmente avanzada. Se tenían que combinar los derechos de las personas y evitar solamente cubrir necesidades. Era importante fomentar y desarrollar las capacidades y los conocimientos para que las personas fuesen las protagonistas… Fue cuando nos conocimos (1983-84) y colaboramos cuando yo estaba en el Área de Juventud del Ayuntamiento de Barcelona con responsabilidades en los primeros programas de ocupación juvenil.
Fue un tiempo fecundo porque se dieron unas dinámicas de colaboración y de cooperación entre instituciones y entidades de la sociedad civil. Se tenían que articular estrategias conjuntas contra el paro y la exclusión basadas en la confianza y la cooperación. Una de las ideas fructíferas que ya venía precedida de un gran debate público en Europa tuvo la plasmación política y real cuando Francia aprobó la Renta Mínima de Inserción (RMI) en el año 88. ¿Te acuerdas, Pilar?
En Barcelona creamos una sinergia muy innovadora entre Cáritas, Justicia y Paz (con Joan Gomis y Arcadi Oliveres), Acción Solidaria contra el Paro, Cristianismo y Justicia (con Quico Riera y Joan García-Nieto) y vosotros como APRISE-PROMOCIONS. Nepo, con su carisma y autoridad moral, se convirtió en un vínculo respetado por todos para reconocer la RMI. Y así, dialogando y pactando, se consiguió la adhesión de los sindicatos y partidos políticos.
¿La discusión, estudio y aprobación por unanimidad en el Parlamento de la RMI fue una pequeña meta para Cáritas y para ti?
Un poco sí, fue muy importante porque la RMI se convirtió en un derecho para las personas en situación de pobreza y vulnerabilidad. Es muy diferente cobrar como un derecho que cobrar como una ayuda, era el cambio de marco mental: hacer pasar la gente a la categoría de ciudadano con derechos y deberes. El derecho de ciudadanía quedaba vinculado, entonces, a una doble responsabilidad: la garantía de un ingreso económico y un trabajo digno.
Al articular la RMI se creó una horizontalidad y una transversalidad que sintetiza mucho tu estilo, que es capacidad de respetar y hacerse respetar, tener sentido de la responsabilidad y saber captar a las otras personas. Pero, además, se necesitaba capacidad de generar confianza. Para ti Pilar, ¿es importante generar confianza y estar atento a las personas?
Quizás por esto también en esos años pensamos mucho en evitar la discriminación de género perpetuando los papeles de hombre y de mujer. Con los hombres que tienen que trabajar y con las mujeres madres de familia que tenían muy pocos recursos a su alcance para poder desarrollar su misión como madres y educadoras. Entonces se empezaron a crear los centros materno-infantiles, en donde por la mañana estaban juntas en comunidad, como si fuese una guardería, madres y criaturas. Así aprendían a preparar y organizar la ropa y a cuidar de los niños, duchas, higiene y aseo personal, tener una cultura y una formación.
Fuiste diputada en el Parlamento de Cataluña y años después la primera Defensora del Pueblo de Barcelona. ¿Cómo viviste aquella época?
Yo no había pensado nunca en ser política. Sinceramente, bastante faena tenía en Cáritas. Pero antes de esto ya había participado en política. Cuando vino Tarradellas a la Generalitat restablecida en 1977, el presidente hizo un gobierno de unidad con un consejero de cada partido político: la consejería de sanidad y de servicios sociales recayó en el PSUC, con el doctor Espasa como consejero y Agustí de Semir como director general. Me propusieron y acepté ser jefe de servicios sociales de la Generalitat de Catalunya durante el periodo 1977-1980, hasta que llegó el presidente Pujol y se cambió de línea. En aquella etapa se pusieron las bases mínimas de la política de servicios sociales.
¿Y después de este periodo con responsabilidades de gestión en la consejería?
Volví a Cáritas porque siempre ha sido mi institución de referencia… Un día me llamó Pasqual Maragall para ir al Parlamento en las listas de Ciudadanos por el Cambio, que agrupaba el PSC y personas independientes. A Pasqual yo le tenía simpatía y le dije que sí. Y a la media hora me telefonea Pujol para proponerme lo mismo y le dije: “Hace diez minutos que ya le he dicho a Pasqual Maragall que sí. Gracias, pero no puedo aceptar.”
¿Cómo viviste este tiempo de diputada en el Parlamento?
Fue un reto. Allá teníamos encuentros para compartir faenas y a Pasqual le debía de dar pena, porque yo era más bien persona de acción y no me gustaba la faena de reunionitis y me dijo: “¿Sabes qué? Llevarás la comisión de acción social en el Parlamento, porque si no, tú te aburrirás.” Y así fue. Las labores legislativas y las normativas son otra dinámica, la responsabilidad no caía sobre ti directamente, sino sobre los grupos, las comisiones, etc. Hubo cosas buenas también, evidentemente… Fueron años intensos y activos y después se acabó. Yo ya no tenía más ganas de esto.
¿Y la etapa de ser la primera defensora del Pueblo del Ayuntamiento de Barcelona?
¡Esto también fue muy divertido! Era en tiempo del alcalde Joan Clos y yo ya me había jubilado de Cáritas. Lo viví bien. Tenía un equipo majo y eficaz. En el Ayuntamiento me dieron plena autonomía y respetaron mi función sin interferencias. Con todos los grupos municipales representados y con entidades tuvimos bastante espíritu de colaboración, cosa que facilitaba un clima de concordia, entendimiento y paz. Está muy bien la función de canalizar los problemas de los ciudadanos. Intentamos crear una cultura de diálogo y entendimiento para mediar y gestionar conflictos, que la queja y el derecho de la ciudadanía a recibir explicaciones o respuestas claras entrasen en la normalidad democrática…
¿Quiénes han sido las tres personas que han sido referentes en tu vida?
El doctor Jubany, arzobispo de Barcelona, porque ha sido un servidor de la Iglesia y testimonio del Evangelio en tiempos difíciles. Le he admirado y apreciado mucho y su ejemplo me ha acompañado toda la vida. Ha sido un maestro de vida. Después, mosén Ventosa, por su mirada comprensiva y capacidad organizadora. Tenía una cabeza muy clara y me ayudó mucho como director de Cáritas. Daba mucha seguridad tener un director así; es un regalo y contagiaba el entusiasmo y el espíritu de servicio. Y el cardenal Cardijn, fundador de la JOC. Y mucha gente de aquí en la Barceloneta, que luchan cada día con su sentido del humor inteligente, gente anónima que hacen la vida más amable y cordial a pesar de las adversidades.
¿Cuáles han sido las causas que han dado sentido a tu vida?
Para mí la fe tiene en ello una parte muy importante. La fe del Concilio Vaticano II, la época de apertura, que viví con gran alegría. De la fe cristiana en la época que nos tocó vivir en los tiempos convulsos de la Guerra Civil con la persecución de mi padre, ¡que se salvó de poco! La fe me ha ayudado mucho. Gracias a esto, que es todo lo que he recibido. He tenido suerte en la vida: no he sido demasiado rebelde; he sido una persona bastante fácil, con un temperamento bastante tratable…
También pienso que una de las cosas que me ha ayudado es que he querido mucho a la gente y las faenas que he hecho; especialmente la gente que nos hemos querido, es maravilloso, y esto es muy importante: alumnos como Mercè Solé y otras personas de todo tipo y condición. Aunque no las vea a menudo, de vez en cuando me visitan y nos vemos. He tenido muy buena relación con las alumnas que he tenido. Y todo mi tiempo al servicio de los demás… No sé, ¡he intentado ser una persona normal!
Si tuvieses que dar una pauta para la gente joven que empieza a trabajar al servicio de humanizar la humanidad y la solidaridad, ¿cuál sería tu consejo?
Sobre todo, saber discernir. Es decir, pensar y sentir con generosidad a favor de la gente más humilde: que no piensen que son menos que nosotros, son iguales con dignidad y con todo. Y después que no se les recorten las posibilidades y las oportunidades, porque muchas veces es muy sencillo ayudar para su promoción. Que creamos en su potencial y que hagamos lo posible para que la gente sea como quiera ser. Porque a veces la gente no dice cómo quiere ser. Es importante que la persona pueda tener la ilusión de ser lo que quiera.
Participaste en la 70a Jornada General de ACO en la mesa de testimonios. ¿Qué huella te deja el hecho de vivir la fe comunitariamente en el grupo de revisión de vida?
ACO para mí ha sido muy importante. ¡Recuerdo todavía cuando aquí había ACO y HOAC que era una guerra! Siempre polémica… un poco absurda. Yo siempre me he sentido muy de ACO porque mis amigos lo eran y también venía de Francia, había ido a un colegio francés y, sin querer, la lengua nos vincula más, admiraba la ACO francesa. Fui a Francia en el año 57 y volví el 68, ¡son muchos años! Para mí siempre ha sido así de forma natural: en Cataluña está la ACO y en España está la HOAC vinculadas fraternalmente y sin rivalidades o falsas dualidades. Quizás las diferencias pequeñas son una nimiedad, la cuestión central es creer en Jesús y amar a los demás…
Finalmente, háblanos del CECAS, una organización a la cual has dedicado muchos años.
El Centre Català de Solidaritat Social está dedicado a personas muy vulnerables, con problemas de alcoholismo, drogas… Hay mucha gente voluntaria comprometida, como Narcís Martí, un gran médico. Le conocí conduciendo un camión de trastos viejos y trabajando con los marginados. Venía a Cáritas como voluntario a recoger cosas y yo le propuse que trabajase con los alcohólicos que teníamos que atender y no sabíamos demasiado cómo hacerlo. Respondió positivamente y enseguida trabajó en el CECAS. Y al cabo de un tiempo fue el director. El CECAS ha dado su fruto, ha crecido, continua en Tarragona y en Barcelona dando respuesta a una problemática social y de salud muy grave. Hay tres comunidades y hay que decir que se hace muy buena faena. También estuve unos cuantos años de presidenta. La pobreza y la exclusión en nuestra sociedad se originan por las grandes desigualdades… es un combate continuo…
Para sintetizar, en tu trayectoria encontramos un hilo conductor: peregrinos del Evangelio practicando el servicio y el amor al prójimo. Peregrino es la persona que camina, que no busca llegar a un lugar determinado, sino que encuentra en el propio camino la maravilla de vida, el sentido de agradecimiento… Para ti, ¿la esperanza cristiana ha sido lo que te ha dado energía y fuerza?
Sí, la esperanza, la caridad y el amor a mí me han motivado mucho. El mandamiento evangélico que dice que ames a todo el mundo y que Dios nos ama mucho. Esto me ha atraído mucho y con ello ya he tenido bastante… Me parece que el amor de Dios es muy importante y ciertamente da sentido a mi vida. Y sí, me ha atraído también la esperanza. Es la tríada que genera energía: la Fe, la Esperanza y la Caridad.
Más info.
Se puede consultar el video de la entrevista en el canal YouTube de ACO: