Señor, enséñame a orar
[Oración de Oriol Garreta leída en la Jornada final de curso de la zona Besòs que se hizo telemáticamente el 3 de julio] Muchas veces, Señor, como discípulo tuyo que soy, debería hacer mía aquella petición que tus discípulos te hicieron un día: "Señor, enséñanos a orar". A menudo rezo sin amor, a menudo mi oración sale de un corazón reseco y no es palabra amorosa que dirijo a mi Amado y se convierte en palabra que se lleva el viento. A menudo rezo sin amor, a menudo mi oración no brota de un gesto de amor y servicio hacia el hermano que tengo al lado, ni nace de una mirada rellena de ternura ante tantos que veo luchar, sufrir y morir y deviene, entonces, falsa oración, una oración indigna y vacía. Se, Señor, mi Maestro de amor. Que de tí aprenda a hacerlo todo con amor y autenticidad de corazón, a trabajar y vivir, a hablar y orar con el corazón lleno de tu amor y mi vida se convertirá, entonces, en completamente placentera y agradable a tí.
La vivencia del Tabor
[Oración de Oriol Garreta leída en la Jornada final de curso de la zona Besòs que se hizo telemáticamente el 3 de julio] Siguiendo el ejemplo de Moisés y Elías, subes a la montaña, al encuentro de Dios, tu Padre. Me invitas, también, a subir. Es empinada, Señor, la subida: dejar lo que estoy haciendo, el trabajo, la gente, las preocupaciones que me angustian y me descomponen la vida. Dejar todo esto me da pereza. Tú vas al frente, bien decidido. ¿Cuántas veces te he dicho que no, he vuelto atrás, me he sentado en el llano, solo, para descansar y dormir. Pero hoy sí, hoy he subido contigo, hasta la cima. Encontrarte con el Padre, entrar en diálogo con él, en íntima comunión… te ha llenado de alegría, de paz, de vida, estallando y resplandeciendo su gloria. Me he adormecido de cansancio, pero de repente, como a menudo me pasa, te he sentido a mi lado, he experimentado que eres el Hijo amado del Padre. Qué alegría, qué paz, qué plenitud de vida me has comunicado. Todo yo me he sentido transfigurado, y te he pedido que esta vivencia perdurara para siempre en mí. Por respuesta me has dicho: ahora bajemos al trabajo de cada día, con la gente que tienes cerca, con los problemas que te agobian y piensa que llevas dentro la fuerza del Espíritu que hemos encontrado en la cima. Él te hará caminar para llevar a los demás paz, alegría y vida. Esta oración se complementó con el Evangelio de Mateo 17,1-9. Y se propusieron estos puntos de reflexión que pueden trabajarse bien personalmente o en grupo y compartirlos: A) Suben a la montaña: cansancio, fatiga… Momentos difíciles que hemos vivido durante el confinamiento: B) En la cima pasan el día hablando con Jesús. Viven una experiencia de fe indescriptible: Jesús, el amigo, es el Dios con nosotros. Vivencias positivas que hemos tenido durante el confinamiento: C) Descenso de la montaña a la vida ordinaria con todo lo que les espera. ¿Qué hemos aprendido del confinamiento y qué nos puede ayudar a afrontar todas las nuevas realidades que empezamos a vivir como miembros de ACO?
Oración del Primero de Mayo de 2020
[Oración del consiliario Josep Jiménez Montejo que fue leída en el encuentro del Primero de Mayo convocada por el grupo Almeda del Baix Llobregat] Aquí estamos, Padre, nuevamente. Aquí estamos, una vez más, para abrirte el corazón y decirte lo que nos pasa. Aquí estamos, con el ánimo encogido por el dolor que nos embarga a causa de tantos familiares, amigos o conocidos muertos, o enfermos. Aquí estamos, y te presentamos el dolor de tantos de nosotros, que no hemos podido acompañar nuestros familiares en sus últimos momentos. También te presentamos a todos los compañeros y compañeras que han perdido el trabajo. Te presentamos la esclavitud, todavía mayor, de tantos trabajadores obligados a depender de un alabado teletrabajo, pendientes todo el día de una pantalla o del teléfono. Padre, mira todavía con más amor, a todos aquellos, hombres y mujeres, que han trabajado hasta la extenuación al servicio de los afectados por la pandemia que nos asuela. Padre, derrama en nuestros corazones el fuego de tu Espíritu para buscar sin desfallecer, y luchar para conseguir, la justicia y la equidad que nos serán necesarias para atender a las víctimas de la dura crisis económica, que cubrirá como una sombra muy negra, el futuro de tantos de nosotros. ¡Sí, Padre! Te insistimos como aquella viuda pesada del Evangelio: no permitas que perdamos nuestra dignidad ni nuestra humanidad. Que no dejemos de ser hombres y mujeres creados a tu imagen. Derrama tu Espíritu en la clase política para que sea digna de ti, y no como aquel juez “que no temía a Dios ni respetaba a persona alguna” (Lc 18,1-8). Sí, que nuestros políticos promuevan políticas económicas y sociales que no dejen los pobres y empobrecidos al margen de nuestra sociedad, ni al margen de la historia. Padre, que tus hijas y tus hijos más pobres puedan disfrutar, sin límites de tiempo o condición, de lo mínimo necesario para vivir con dignidad. Padre, te pedimos que todos puedan tener un trabajo decente que les permita ser partícipes, contigo, de la continuación de la creación. Que nadie quede descartado de la alegría de colaborar, con su trabajo, para que nuestro mundo sea el mundo que tú has soñado. En este día del Primero de Mayo, Padre, ayúdanos a no desfallecer en nuestra lucha y nuestro esfuerzo para que tu justicia y tu amor de Padre bueno, justo y misericordioso sean un derecho universal y un patrimonio del cual puedan disfrutar todos tus hijos e hijas. Amén.
Padrenuestro desde el monasterio de Sant Benet de Montserrat
[Extraído de la página Facebook del Monasterio de Sant Benet de Montserrat] Padre nuestro que estás en el cielo. Padre nuestro que estás en la sonrisa de Oliver, un amigo con síndrome de Down, feliz, aprendiendo a ir en bicicleta por el piso estos días. Que estás en los brotes nuevos de esta primavera que ignora la pandemia. Y en los momentos que nos recordamos y oramos unos por otros. Que estás en la llamada de la doctora del CAP a Conchita para decirle que recuerda con ternura a sus padres que han muerto. Y así va llamando a los familiares de los pacientes que sabe que han muerto estos días. Y que estás en la fuerza misma que Conchita encuentra para volver a empezar cada mañana. Santificado sea tu nombre, sea recordada tu presencia amorosa, que hagamos lugar en nosotros a tu amor sin límites, que no te olvidemos, Amor que nos amas a cada una a través de tantos y tantos pequeños y grandes gestos y detalles a lo largo del día. Venga a nosotros tu reino, tu manera de amar, tu libertad liberadora, aquel sueño tuyo que quisieras que viviéramos respetándonos unos a otros, ayudándonos mutuamente, colaborando con creatividad, apoyando a la ciencia y las artes, teniendo cuidado de los más débiles. Hágase tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo. Sí, Dios mío, que el amor expulse a los miedos, que las corazas tiemblen ante la confianza de un niño, que tu bondad acaricie los corazones de las personas que amo y los de las que no conozco, que la Vida estalle en la fragilidad de los intentos de hacer el bien, que la ternura acompañe al sufrimiento y la inteligencia ayude a vivir esta situación con el menor daño posible. Hoy, hágase, sí, a tu manera Señor, ¡y juntas y juntos saldremos de esta! Nuestro pan de cada día danos Señor el día de hoy Danos, hoy, Señor, como el maná en el desierto, la fuerza que necesitan los que trabajan en los hospitales, el consuelo para acariciar a los que lloran, la compasión para acompañar a quienes no aguantan su soledad. Sólo por hoy, Señor, para aprender a vivir cada día como un don tuyo. Sólo hoy para no volver a creer que nos lo podemos montar sin Tí perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores, sí, perdona Señor el miedo que no me deja perdonar y que por eso no me permite recibir tu amor sin medida, perdona Señor no reconocerte como el Padre Bueno que me esperas para poderme abrazar, perdona Señor el miedo que me hace ver a un enemigo donde tengo un hermano, perdona mi rabia y mi odio que mantiene lejos a la gente que más quiero por miedo de amar y sentir mi necesidad de sentirme querida, y no nos dejes caer en la tentación, la tentación de olvidarme de Tí, la de cerrar el corazón, la de desconfiar, de desanimarme, la de entrar en el círculo creciente de pensamientos negativos, la de creer que estoy sola o la de responder al dolor provocando más dolor, líbranos del mal, amén. Hoy, especialmente, líbra de todo mal a las personas enfermas, a las que sufren situaciones violentas, a las que arriesgan la salud por los demás, a las que están desbordadas de trabajo y a las que no pueden soportar el confinamiento, y a las que ven perder su trabajo y los pocos recursos que tenían. Hoy, contigo, Señor, ¡sabemos que juntas y juntos saldremos de esta!
Padre, estés donde estés, que te encuentres con Dios, Jesucristo
[El escultor Josep Ricart, padre del militante del Baix Llobregat, Xavier Ricart, falleció el 29 de marzo pasado de muerte natural con 94 años. Esta es la oración que comparte la familia y en la que resuenan tantas personas que han muerto en la crisis del coronavirus] Padre, hoy nos has dejado. Te has ido en silencio, calmado, sin decir nada, cogido de una mano resistiéndote a marchar. Atrapados en este momento que vivimos por la pandemia. Tu corazón, tu respiración cansada, se han apagado poco a poco, después de 94 años, casi 95, de plena actividad y vitalidad. Has disfrutado de una vida llena de pequeñas y grandes creaciones, junto a una numerosa familia, con la madre, tres hijos y tres hijas, con cinco nietas y cinco nietos y respectivas parejas y también con tus tres bisnietos. Una vida de trabajo sin tregua, una actividad constante haciendo lo que más querías, siendo artista. Siendo un obrero conocedor del valor de las materias, un artesano que sabía cómo dar forma a las ideas y un maestro buscando siempre cómo representar y expresar mejor los sentimientos. Te reconoceremos siempre como el escultor de las manos, manos que saben expresar valores y sentimientos tanto humanos, como creyentes y sociales. Acompañado has marchado, por las cuidadoras de la residencia, por tu hijo Jordi, la única persona que han dejado estar en tus últimos momentos de vida y que se ha despedido en nombre de todos, diciéndote lo mucho que te queremos, recordando a nuestra madre. Padre, estés donde estés, que te encuentres con Dios, Jesucristo, cara a cara, con el que sin haberlo visto, le has dado forma muchas veces, con un rostro firme que mira con ternura el mundo, como te gustaba asumir la vida. Ahora sólo queda decirte ¡descansa en paz!, después de una intensa y generosa vida, siempre en nuestro corazón. Te queremos, tu familia.
Oración por nuestro mundo dolorido
Señor, a ti venimos en estos momentos oscuros y duros. A ti venimos a explicarte el dolor y la muerte que causa la pandemia que diezma a nuestros pueblos. Y ponemos en nuestra boca las palabras del salmista: “Di al Señor: Tú eres mi refugio, mi baluarte, mi Dios en quien confío. Él te librará… de la peste asoladora… bajo sus alas te dará cobijo… No temerás el terror de la noche… ni la peste que surca la niebla, ni la plaga que devasta a pleno día” (Sal 91,2-6). Señor, en ti confiamos en estos momentos en que tantos hermanos y hermanas nuestros, tan débiles, viven en sus carnes el dolor de la Pasión y Muerte de Jesucristo, tu Hijo. Señor, a ti venimos para darte gracias por tantos hermanos y hermanas nuestros que ponen al día la Resurrección de tu Hijo amado, entregándose con todas sus fuerzas para aliviar tanto dolor. Te damos gracias por todos los profesionales de la medicina, por todos los que trabajan en los hospitales, por los que cuidan a sus ancianos enfermos en los hogares, por los padres y abuelos que, con paciencia, explican a sus hijos pequeños esta situación. Por los jóvenes que maduran asumiendo esta experiencia, y sacan de ella consecuencias de futuro. Te damos gracias por todos los empleados públicos y funcionarios de nuestros países y ciudades que nos hacen más llevadera la vida y la convivencia. Te damos gracias por los trabajadores que hacen que funcionen los transportes públicos, que haya medicamentos en las farmacias y alimentos en las tiendas y en los mercados. Y te damos gracias por los trabajadores y trabajadoras que nos facilitan la vida en estos tiempos de reclusión, y por los que siguen trabajando desde sus casas. Sí, te damos gracias por tantas muestras de solidaridad y por la responsabilidad y seriedad con la que tantos ciudadanos afrontan esta realidad tan difícil. Señor, nos da miedo el futuro, y las consecuencias económicas que se van a derivar de esta pandemia que está afectando a tantos y tantos países. Nos preocupan los puestos de trabajo que se van a perder, los trabajadores y trabajadoras que verán conculcados sus derechos laborales, o que verán reducido su poder adquisitivo, los pobres y empobrecidos que tendrán que recurrir a los servicios sociales, los pequeños empresarios que tendrán que empezar de nuevo. Señor, también nos preocupa la situación económica mundial de los próximos años. Ayuda a los expertos en economía a encontrar salidas viables y solidarias para el conjunto de nuestros pueblos, especialmente de los pueblos más pobres y con menos medios para superar esta situación. También te presentamos los campos de refugiados, y todos los que malviven en ellos. Señor, tu conoces sus precariedades. No permitas que esta pandemia pueda llegar a cebarse en ellos, los más pobres y abandonados, ni en los sin techo que viven en nuestras calles, ni en los presos confinados en nuestras cárceles. Señor, te pedimos por nuestros gobernantes. Haz que tengan la sabiduría que viene de ti para que acierten en las decisiones que tomen, y que sean sensibles al dolor de tantas familias que sufren la enfermedad o la muerte de sus seres más queridos. Que no tengan intereses espurios y que solo los mueva el servicio desinteresado. Padre, te pedimos por todos los difuntos de esta pandemia. Acógelos en tu abrazo amoroso y tierno de madre cariñosa con entrañas de misericordia. Que descansen en tu paz y que gocen de tu presencia para siempre. También te pedimos por sus familiares: dales tu consuelo y tu cariño para que, después de esta prueba tan dura, vuelvan a mirar la vida con esperanza. Padre, finalmente te pedimos por nosotros. Haz que esta experiencia tan difícil por la que ahora pasamos la sepamos aprovechar para que en el futuro vivamos la vida con sentido, para que sepamos rechazar todo lo que es superfluo, para que hagamos nuestra la experiencia salvadora de tu Hijo Jesucristo y así, conociéndolo, amándolo y siguiéndolo como discípulos que quieren vivir su Evangelio, cumplamos tu voluntad de que nuestro mundo sea de verdad el Reino que tú has soñado para nosotros. Amén. Josep Jiménez Montejo Consiliario del MTCE 24/03/2020
Oración por el diálogo
[Oración elaborada por Pepe Baena, acompañada de la lectura 2 Cor 4,7-15 y que fue leída en la Jornada de Estudio del SIPOC del 29/02/2020] Señor Dios, te alabamos y te glorificamos por la belleza de este don que se llama diálogo. El diálogo desata los nudos, disipa las suspicacias, abre las puertas, soluciona los conflictos, agranda a la persona, es vínculo de unidad y madre de la fraternidad. Haznos comprender que el diálogo no es una discusión ni un debate de ideas, sino una búsqueda de la verdad entre dos o más personas. Haznos comprender que mutuamente nos necesitamos y nos complementamos ya que yo puedo ver lo que los otros no ven y ellos pueden ver lo que yo no veo. Señor Jesús, cuando aparezca la tensión, dame la humildad para no querer imponer mi verdad atacando la verdad del hermano, saber callar en el momento oportuno, saber esperar que el otro termine de expresar completamente su verdad. Dame la sabiduría para comprender que ningún ser humano es capaz de captar la verdad toda, y que no hay error o disparate que no tenga alguna parte de verdad. Dame la sensatez para reconocer que yo también puedo estar equivocado en algún aspecto de la verdad y por dejarme enriquecer con la verdad del otro. Dame, en fin, la generosidad para pensar que también el otro busca honestamente la verdad y para mirar sin prejuicios y con benevolencia las opiniones de los demás. Señor Jesús, danos la gracia de dialogar.
Ayúdanos, Señor, a vencer el miedo
[Oración preparada por la diócesis de Vic y leída en el Comité Catalán del 14/12/2019] Señor, Hoy me ha costado encontrarte en los problemas del trabajo. Unos sólo mandan; se mofan de los demás, luego en voz baja. No hay espacio para el diálogo, ¡arrogancia que viene del miedo! ¡Falsa seguridad la que me da el poder! Otros sólo obedecen; critican después en voz baja. No hay espacio para el diálogo, ¡humillados por el miedo! ¡Falsa seguridad la de la obediencia! Pero todos tenemos miedo para descubrirnos en lo que somos: Limitados, incluso, en el reconocimiento de nuestras limitaciones. Pobres, incluso, en el reconocimiento de nuestra pobreza. Y, ahora, descubro que Tú eres la respuesta, mi respuesta. Ahora te he descubierto, escondido en mi mirada. Ayúdanos, Señor, a vencer el miedo. Porque es en el miedo que morimos al ser PERSONAS ¡y es precisamente por ello que somos personas! Pero es en nuestra confrontación con él (con el miedo) que resucitamos, y ahora sí, somos PERSONAS.
Oración sin más en un grupo a la escucha de Jesucristo
El consiliario general de ACO, Pepe Baena, nos comparte este material que elaboró para orar con un grupo de revisión de vida de ACO ante la situación de Cataluña. Carta de San Pablo a los cristianos de Filipo 3 1 Ahora, hermanos míos, alegraos en el Señor. Para mí no es ninguna molestia repetiros lo ya escrito, y para vosotros es útil. 2 Guardaos de esa gente despreciable, de esos que hacen el mal, de esos que mutilan el cuerpo. 3Porque los verdaderos circuncidados somos nosotros, los que adoramos a Dios movidos por su Espíritu, los que nos gloriamos de ser de Cristo Jesús y no ponemos nuestra confianza en cosas externas. 4 Aunque también yo tengo razones para confiar en esas cosas. Nadie tendría más razones que yo para confiar en ellas, 5 pues me circuncidaron a los ocho días de nacer, soy de raza israelita, pertenezco a la tribu de Benjamín y soy hebreo e hijo de hebreos. En cuanto a la interpretación de la ley judía, pertenecí al partido fariseo, 6 y era tan fanático que perseguía a la iglesia; y en cuanto al cumplimiento de la ley, nadie tuvo nada que reprocharme. 7 Pero todo esto, que antes era muy valioso para mí, ahora, a causa de Cristo, lo tengo por algo sin valor. 8 Aún más, a nada concedo valor cuando lo comparo con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por causa de Cristo lo he perdido todo, y todo lo considero basura a cambio de ganarlo a él 9 y encontrarme unido a él; no por una justicia propia basada en la obediencia a la ley, sino por la fe en Cristo, por la cual Dios me hace justo. 10 Lo que quiero es conocer a Cristo, sentir en mí el poder de su resurrección, tomar parte en sus sufrimientos y llegar a ser como él en su muerte, 11 con la esperanza de alcanzar la resurrección de los muertos. Los 10 mandamientos de la misericordia Jesús Renau, sj. Lo había leído en un libro antiguo que estaba medio escondido en un estante antiguo en una biblioteca muy antigua. Aquellas palabras le impresionaron y le costó mucho encontrar el libro. Pero aquel sabio nunca se desanimaba en busca de lo que le había impresionado. Y, por fin, aquella mañana del jueves reencontró el libro antiguo y el escrito. Empieza a leer después de ponerse las gafas de vista cansada y mientras lo hace se va diciendo a sí mismo: Esta es una cuestión de gran actualidad, de rabiosa actualidad. Son los diez mandamientos o diez reflexiones sobre la virtud de la misericordia. 1.-Apertura a la realidad. Estar enterado; ojos abiertos. Nada de cierre sobre uno mismo. 2.-Dejarse impactar por los que sufren. No resistir a los impactos. 3.-No darles la espalda. ¡Qué tentación, la de girar la cara! 4.-Superación del pesimismo. "No hay nada que hacer": absurda excusa que provoca y justifica la inacción. 5.-Responder personal y socialmente en el ámbito de la proximidad: familia, amistades, barrio, parroquia… 6.-También de cara a los que están lejos. Son personas, hijos e hijas de Dios con los mismos derechos humanos. 7.-Tener esperanza. Es posible ir cambiando la sociedad. 8.-Creer que pequeñas cosas son importantes. ¡Por supuesto! Si no empezamos por ellas, no hay garantía. 9.-Cambiaremos la sociedad desde abajo. Arriba se defienden las posiciones. 10.-Movernos en el dinamismo de Dios. El dinamismo de Dios nos llama a sumar nuestro esfuerzo y modesta aportación. No creas que la misericordia es una actitud, una virtud que no hay que trabajar. Debemos trabajarla: orando, actuando, con otros, y con mucha, sí, mucha fe. Silencio, compartir si se quiere y Padrenuestro de fraternidad
El Padrenuestro de un cura obrero
[Los compañeros de la diócesis de Girona nos propusieron este Padrenuestro en la oración de la mañana de la Jornada General, obra de Pep Claparols (1940-2017), descrito por sus amigos como un guerrillero del rotulador, cura obrero y grafitero] Padre nuestro que estás en la tierra, que trabajas con las manos duras del campesino, que lates en los hombres y mujeres que se rebelan y han dicho basta. ¡Que estás en la mujer tan a menudo maltratada! Padre nuestro que estás en la calle, en la escuela, en la plaza mayor, en la fiesta, en la poesía, en la naturaleza, venga a nosotros tu Reino. No el reino de los grandes banqueros y grandes poderosos de este mundo, sátrapas indignos, ladrones de verdad. No el reino de los que cumplen la ley y la norma, olvidando a los otros. No el reino de las religiones fanáticas. Ni el reino de todos los violentos… Que venga el reino de la dignidad y la justicia, de los reunidos en la basura, de todos los indignados del mundo, que somos muchos de nosotros. Danos el pan de cada día. El hombre de hoy vive de pan y de utopía. ¡Otro mundo es posible! La utopía sirve para caminar. Que no caigamos en la tentación de olvidar las raíces y la historia de nuestro pueblo oprimido o de arrendar una sola hectárea de su olvido. Líbranos de todo mal de conciencia. Amén.