[Esta oración se leyó en el encuentro de consiliarios de zona y de comisiones el pasado 7 de junio]
Del evangelio segun san Juan (20,19-23):
19 Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:
–¡Paz a vosotros!
20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. 21 Luego Jesús dijo de nuevo:
–¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros.
22 Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
–Recibid el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar.
ORACIÓN:
Oh Verbo eterno, que habitaste entre nosotros,
y sigues susurrando en cada palabra, en cada rostro,
en cada historia compartida.
Tú, que cruzaste a la otra orilla,
llévame contigo a los márgenes del mundo,
a los rincones invisibles del barrio y la red,
donde la soledad busca encuentro,
donde la duda anhela sentido.
Dame ojos para ver tu rostro en la pantalla y en la calle,
en el obrero que lucha por la justicia,
en la madre que cuida en silencio,
en el joven que busca esperanza entre clics y algoritmos.
Dame voz para anunciar la verdad sin ruido, sin arrogancia, sin miedo,
sino con la dulzura de quien siembra y la certeza de quien confía.
Dame manos para construir puentes,
para tocar con ternura la herida abierta de este tiempo,
para escribir palabras que sanen, que enciendan, que despierten.
Espíritu de la novedad, enséñame a orar en lo pequeño,
en el mensaje que consuela, en la imagen que despierte,
en el silencio compartido.
Que la tecnología no sea muro, sino viento que avive el fuego del Evangelio.
Que las redes no sean jaula, sino redes de amor, de justicia y de encuentro.
Hazme testigo en salida, discípulo en camino,
voz en el desierto digital, y presencia viva en lo real.
Amén.
José Luis Iglesias Meilán