Aquí tenéis la segunda parte de la selección de fragmentos del documento 23, Los libros bíblicos de los profetas, de Joan Ramon Marín. En este enlace puede consultarse la primera selección.
Ezequiel
- «La mano del Señor se apoderó de mí». «La mano del Señor» debe considerarse un atributo de la inmanencia de Dios que acompaña a su trascendencia. La mano del Señor empuja al profeta en momentos primordiales, normalmente coincidiendo con alguna visión.
- La gloria del Señor es el «peso» que el Señor tiene en la vida del pueblo. ¿Mucho o poco? ¡Más bien parece poco! (…) Tradicionalmente, la gloria del Señor se manifestaba en el templo de Jerusalén. Ahora el profeta ve cómo la gloria del Señor se marcha, huye, del templo (Ez 10; 11,22-25). Finalmente, la gloria del Señor volverá a su renovado santuario y la llenará (Ez 43,1-9). El pueblo gozará nuevamente de «su gloria».
- La predicación de Ezequiel quiere remover conciencias y espolear a los exiliados en Babilonia. No valdrá como excusa para no hacer nada escudarse en la culpa de los antepasados o de quienes han quedado en Jerusalén.
Isaías II
Isaías se dirige a un pueblo exiliado, en Babilonia, sumido a la desesperanza a lo que recuerda que Dios es su salvador y salvaguarda de su honor.
- El Dios salvador es también el Dios creador, cuya acción sostiene el mundo físico, histórico y humano.
- El profeta pide un pueblo que se sienta sirviente, en el sentido de escogido por iniciativa de Dios, e instrumento en manos de Dios. Y evoca su lucha interior entre la aparente inutilidad de su labor y su llamada interior. Su misión es animar a los cansados con la palabra que Dios le da mediante un diálogo y proximidad constantes.
Hageo
- El problema que se encuentra el profeta es que el pueblo no piensa en el Señor. Además, y quizás no está desligado, la gente se ha apresurado a hacerse casas muy lujosas.
- Critica el papel de los sacerdotes porque no han logrado que prime la visión positiva de las cosas sobre la negativa.
- La crítica va acompañada de una promesa de bendición, puesto que el profeta insiste en recuperar la confianza en el Señor.
Zacarías I
- El profeta reclama la práctica de la justicia y de la misericordia, tanto en sentido religioso como en sentido social y político.
- El mundo nuevo que nace se nota en la reacción de todos los pueblos de la tierra; todos confluyen en el Señor, que está junto a su pueblo.
Isaías III
Isaías enfrenta al pueblo exiliado que debe reorganizar su vida una vez que ha regresado definitivamente a Judá; y se plantea la cuestión de la admisión de los extranjeros a la comunidad: «Os dice el Señor: mi templo será llamado “casa de oración para todos los pueblos”»
Los israelitas se sienten decepcionados. Judá sigue siendo políticamente irrelevante y vasallo del imperio persa. El profeta reclama al pueblo un examen de conciencia: «El ayuno que yo aprecio es éste: libera a quienes han sido encarcelados injustamente, (…) deja libres a los oprimidos (…). Comparte tu pan con quienes pasan hambre, (…). No los rehuyas, que son hermanos tuyos. Entonces brillará cómo el amanecer tu luz, (…); cuando pidas auxilio, él te dirá: ¡Aquí me tienes!”
Reitera así la promesa de bendición cuando se establece una nueva relación entre el Señor y su pueblo. Y también sigue ampliándose a todos los pueblos.
Abdías
Se ubica en el siglo V aC. La profecía es un ataque furibundo contra los edomitas. No debe ser tomado como el núcleo del mensaje. Sólo sirve de excusa para mostrar que Israel será definitivamente restaurado cuando aparezca y actúe el Señor Dios.
Malaquías
Fecha más allá del 520 aC. en que terminó la reconstrucción del templo. No es un profeta original, no hace más que repetir el mensaje de todos los profetas anteriores.
La misión de Malaquias se inscribe en un tiempo en que parecía que la Ley debía «solucionar» la vida del pueblo de Dios. En lugar de eso se encuentra con un pueblo desencantado y, sobre todo, indiferente, que vive de inercia y no está porque nadie le importune demasiado.
De hecho comienza su oráculo refiriéndose al mismo padre que todos tenemos, al mismo Dios que a todos nos ha creado. También entiende la venida del Señor y el juicio como una reconciliación. Lo contrario de la «reconciliación» es el «fraude» a la persona. Esta reconciliación humana es símbolo de la reconciliación con Dios, ya que anteriormente ha preguntado: «¿No tenemos todos nosotros un único padre?»
Joel
La conversión del corazón debe permitir responder a la pregunta que muchos se hacen, y que a los demás pueblos les sirve como burla: “¿Dónde está vuestro Dios?”
Jonás
El profeta representará muy probablemente el punto de vista más extendido (mejor no involucrarse) y Dios representará el punto de vista más nuevo (aunque bien tradicional: el Señor es misericordioso).
El autor no dice que se convirtieran al Dios verdadero. Simplemente cada uno se convierte «de su malvada conducta y de la violencia de sus manos».
Zacarías II
La irrupción del Señor se hará de forma humilde, a pesar de todas las apariencias.