[El consiliario Isidre Ferreté hizo esta reflexión en la plegaria por la paz en Gaza que se hizo en el monasterio de las clarisas de la Divina Providencia, de Badalona, el 15 de octubre pasado]
Hay un eslogan de las manifestaciones por Gaza que yo nunca he gritado: “Desde el río hasta el mar, Palestina vencerá” (o “Israel vencerá”). El sentido es borrar a los otros. Vencedores y vencidos. Más odios, más destrucción, más inhumanidad. La solución no es aniquilar sino empeñarnos en convivir. En este caso, a respetarse como dos estados. ¿Imposible? Así la paz será imposible. Pero los cristianos y cristianas no creemos que sea imposible. Dios Jesús, se ha comprometido
¿Qué podemos hacer nosotros por Gaza?
Fundamentalmente dos cosas:
1. Recuperar la lógica de lo que es evidente (lo he sacado de la Reflexión de Fin de año 2023 de Cristianismo y Justicia). Cuando decimos “todo es muy complicado”, nos quedamos perplejos, sin saber qué hacer, y acabamos no haciendo nada. “Pero no nos engañemos. La indiferencia perpleja forma parte de la estrategia de este sistema que nos envuelve sutilmente, que nos satura los sentidos, que nos venda los ojos con la “venda de la complejidad”… y nos hace dudar de los hechos mismos”. (“No fui a la manifestación porque todo es muy complicado…”)
Hamas asesinó brutalmente a 1.400 personas. Pero Israel ha bombardeado a 70.000, muchos de ellos niños, dejados morir de hambre. “Todo es muy complicado”. Seguro que sí, pero lo que es evidente, en este caso, es la muerte de miles de civiles palestinos bajo las bombas de un ejército que, en nombre de una supuesta “legítima defensa” actúa contra el derecho internacional humanitario.
Por lo tanto, “recuperar lo que es evidente”: dónde están las víctimas inocentes. En Gaza, y también en el asentamiento de inmigrantes del B9 de Badalona. Esto es ya un primer paso para superar la indiferencia que nos debilita los sentimientos. No nos dejemos vendar el corazón y el entendimiento con la “venda de la complejidad”.
2. Ver que Gaza también está aquí, entre nosotros
Estamos en una sociedad, la nuestra, de aquí, cada día más fragmentada, más de ghetos, de colectivos culturales y religiosos. Una sociedad autóctona que se cree con unos derechos que niega a los “no-nosotros”. Soportamos y nos contentamos con la coexistencia, pacífica, por ahora. Dejando las cosas así, a su aire, no vamos a un futuro integrado e integrador sino a futuros enfrentamientos, de imprevisibles consecuencias (recordemos los conflictos de las “banlieus” de París, de hace pocos años). Todos vemos cómo crece la extrema derecha. Con el discurso simplista pero halagador que a “problemas complejos respuestas simples”; lógicamente falsas.
¿Qué podemos hacer? (Hablo a cristianos y cristianas)
1-Comprometernos a crear convivencia, a no rechazar a nadie. A atrevernos a mirarlos a los ojos y decirles, secretamente: “A tí, Dios te ama tanto como mí”. Los cristianos decimos que todos somos hijos e hijas de Dios.
2-Antes de apoyarnos en nuestros “derechos”, pongámonos en sus necesidades: “cada vez que lo hacéis a uno de estos pequeños, a mí me lo hicisteis». Cuidado con «¡nuestros derechos!». ¿Qué hemos pagado cada uno de nosotros para nacer aquí? ¿Qué han pagado ellos para morirse de hambre, inseguridad, indefensión?
3-Ser conscientes que los pensamientos xenófobos acaben degenerando en asesinos: si toleramos el “no los queremos aquí» en el fondo estamos gritando “desde el río hasta el mar, los “no-nosotros” fuera”; que se hundan en el mar”… ¿pero que no lo vemos? Y para justificarnos falsamente se dice que “vienen a delinquir, a vivir del cuento”. ¿Por qué no pensamos un poco, por favor? Recordemos la canción de Raimon que dice “Manos de los que matan, sucias; manos finas que mandan matar…”
4-No tenemos que caer en el “buenismo” sino en la misericordia humana. Hay buenos y no tan buenos, como entre nosotros (parábola del trigo y la cizaña. Mt 13,24-39). «Maestro, ¿quieres que vayamos a arrancar las malas hierbas? « No lo hagáis, no fuera caso que, arrancando la cizaña arrancarais también el trigo. Dejad que crezcan juntos hasta la siega y entonces será la separación». Una versión actual de esta parábola seria: “Papa, ¿si matamos a todos los malos, quedaríamos solo los buenos? «No, hijo. Quedaríamos solo los asesinos”. …La Guerra Civil española, 80 años después, todavía crema de odios y de vencedores y vencidos”.
-En resumen: ¿Qué podemos hacer por Gaza, aquí, hoy?
Juramentarnos todos los que estamos hoy aquí. No meter palos en las ruedas de la convivencia; no tirar leña al fuego de los prejuicios; mejor callar antes de decir mentiras tendenciosas. Y, sobre todo, romper barreras personales; cuando nos vayamos conociendo y apreciando, las barreras caen: entre palestinos y judíos, o entre “nosotros y los no-nosotros”. A medida que nos vayamos conociendo de verdad, en la diversidad, en el respeto, en el aprecio, va apareciendo un nosotros más rico, más plural, más humano, más cristiano. Una paz verdaderamente duradera.
Este sábado de 10 a 21, en la Plaza de la calle Provenza (Rambla Floridablanca), estaremos haciendo la fiesta de Los colores de la convivencia. Es un signo práctico de todo esto.
Plegaria desde ACO
Es difícil o imposible de imaginar, las peripecias que tiene que hacer una madre o un padre de familia trabajador para mirar de llevar alimentos a un hogar que esté en Gaza o en Cisjordania. Cuando los trabajos y las empresas donde se trabajaba para obtener un salario han dejado de existir, cuando de tu casa solo quedan escombros, cuando la zarpa de la guerra te ha herido a un familiar o, directamente, te lo ha arrebatado, el orden de las prioridades de vida se modifica radicalmente. Y la primera de las prioridades pasa a ser sobrevivir a la barbarie, al infierno que han creado otras personas, hermanos de la misma especie, hijos de un mismo Padre, se diga Abbà, Yahvé o Alá.
Señor, te pedimos porque estos trabajadores y trabajadoras palestinos, padres y madres de familia, artesanos, comerciantes, guías turísticos, sanitarios, asistentes sociales y trabajadores sociales, maestros, transportistas y tantos y tantos otros oficios, recuperen una mínima estabilidad desde donde poder empezar a reconstruir sus vidas. Señor, ofréceles consuelo y esperanza en los momentos de oscuridad y desaliento. Y convierte nuestros corazones de piedra en corazones de carne generosos, valientes y proféticos para poder acompañarlos.
Te lo pedimos, Señor.





