Lo que nos enseña la, casi centenaria, Isabel Aguilar

Isabel Aguilar cumplirá 100 años el próximo 17 de noviembre, lo celebrará con la familia. Para mí su trayectoria es muy importante, ella y muchos que nos han dejado, son la base de los que ahora jóvenes y no tan jóvenes continuamos haciendo movimiento.

Isabel, todavía está vinculada a ACO, le llevo la revista y cuando la visito hacemos un repaso de la vida del movimiento. Le pregunto qué significa hoy en día ACO para ella y me dice: «Es una manera de vivir. Me ha enseñado a hablar con los vecinos, a lanzarme a cosas que sin el grupo no hubiera hecho».

En casa de Isabel eran nueve hermanos: «Mi familia era muy católica, mi padre muy recto, de rosario diario y misa rutinaria propia de la época donde los ricos se sentaban delante y los obreros detrás». Según me explica: «Nunca había leído el evangelio»

Llega a Barcelona, procedente de Cartagena, en plena juventud, se instala en el Pueblo Seco, en casa de una hermana más grande. Y trabaja en un taller como cosedora.

Aquí, en el taller, conoce a Rosita Folch, que le habla de la fe vivida de otro modo, un evangelio de la clase obrera y le habla de ACO. La invita a ir los jueves a un estudio de evangelio. En los encuentros se habla de hechos de vida. Descubre otro mundo. Conoce a las hermanas Martínez, Lolita y Maria. Serán amigas de por vida.

Para ir a los encuentros me explica que, «saliendo de trabajar muy tarde por la noche, desde el Pueblo Seco, atravesaba toda la calle Conde del Asalto hasta la calle Junqueras donde se encontraban para hacer las reuniones. Todavía vivía Franco».

A partir de aquí viene el compromiso. Junto con Benita empiezan a visitar personas que vivían en residencias y gente pobre del barrio Besòs. Conoce a mucha gente entregada y curas. En ACO fue responsable del grupo Maresma, del cual también formé parte con Oriol Xirinachs como consiliario, hasta que el grupo se disolvió por motivos de la edad de los componentes. También perteneció al Grupo de Mujeres de ACO. Algunos nombres los ha olvidado, pero la gran cantidad de gente dice: «las mejores personas que he conocido».

«Ahora sigo la misa que dan por TV, el cura me gusta porque siempre piensa en los pobres y los enfermos. Y rezo cada noche. Esto es lo que mantiene viva mi fe».

Yo creo que su hacer, su vida abierta al vecindario, trabajadora, esposa, madre de familia, abuela, es el ejemplo que para seguir el evangelio no hay que hacer grandes proezas, simplemente estar.

Su acompañamiento a ayudado muchísimas personas, como también muchas la han acompañado y ayudado a descubrir un Dios sencillo, un Dios bueno.

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