"Buscaba encontrarme con Jesús y marcho con Jesús más vivo en mí". "He conocido una felicidad que hacía años que no sentía. ¡Qué grupo!”. "Buscaba silencio. He tenido una experiencia muy intensa, he llorado mucho. ¡Dar gracias por tantas, tantas, tantas cosas! Paz inmensa". "Potenciar la fe, la esperanza y la autenticidad. Ser canales de misericordia. Gracias por la trayectoria". "Contemplar el Dios que no actúa. Gran emoción. He llorado mucho de admiración por Jesús. Soy más libre, tengo menos miedo, tengo más fe". "El tema de los Ejercicios y la dignidad. Sumergirme en el perdón. Tengo mucha paz". "Necesitaba descanso y dedicar tiempo a Dios. Siento alegría y felicidad". "Venía con muchas expectativas. Se me han removido muchas cosas; batallas interiores, luchas... Me siento transformada, la mochila llena de amor". "Venía con resistencias. Veo renovada mi opción hacia, tal vez, menos cantidad pero más calidad en lo que hago". "He aprendido muchas cosas. Lo tengo que digerir". "Me ha resultado un receso muy diferente". "Las aportaciones de la gente me emocionan. Vértigo en la contemplación sobre Jesús lavando los pies... Dejarse amar". "Se me ha hecho muy corto. Grandeza de la Dignidad. Trabajo muy intenso". "Apertura. Reencontrar Jesús muy cercano. Llorar de alegría". "Buscaba paz. La he encontrado en las contemplaciones"." Venía con dudas. Gozo de compartir y de volver a enamorarme de Dios".
Estas son algunas de las aportaciones telegráficas que expusimos la última noche, bajo los porches del jardín. Se trataba de poner en común "el antes y el después" de estos días intensos. Se creó un clima increíblemente denso de silencio grávido, respeto profundo, amor electrizante, y adoración del Misterio presente en cada uno... Pensábamos terminar a las 11, como cada día, y eran las once y media cuando tuvimos que concluir sin quererlo, porque se hacía tarde. Como cada noche, una suave melodía de Taizé llenaba aquel silencio que se podía cortar y, uniéndonos las manos, antes de ir a la cama, dábamos el beso a nuestro Padre-Madre que está en el cielo...
Era la 4 ª noche de los Ejercicios Espirituales. 27 personas de toda edad y mucha vida, con el deseo de "contemplarnos y contemplar, desde la Dignidad de Dios en Jesús”.
En el trasfondo explícito, la meditación profunda y cálida de Mercè Solé el Viernes Santo: Jesús muere en la cruz con dignidad. Ella, consciente o no, siguió los pasos de San Ignacio en los Ejercicios Espirituales y nos facilitó los nuestros, estos días.
Los largos ratos de oración personal ante el Misterio de la vida y de la Vida; la escucha gratuita del silencio que cantaba entre las piedras de la riera de Arbúcies, y también las conversaciones sinceras, las oraciones comunitarias y especialmente las eucaristías del atardecer, y la memorable eucaristía en la cima de la cruz con Marc sentado sobre el altar, muy atento, y Núria embobada junto a Oriol que nos ofrecía el Pan y el Vino. Tantas emociones y tanto Espíritu fueron abriendo pliegos y pliegos ocultos, tal vez desde hacía tiempo, en los rincones de nuestros corazones.
Todos hemos acabado reconociendo que somos los mismos de siempre pero algo ha cambiado. Esto que nos hierve dentro y necesitamos explicarlo, transmitirlo a la Galilea nuestra de cada día. Y esta alegría nadie nos la quitará.
Isidre Ferreté