Los días 19 y 20 de noviembre convocados por el Departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española, nos reunimos delegados diocesanos en Ávila, militantes de diferentes Movimientos Apostólicos obreros y equipos de Pastoral Obrera. El lema de las XXII Jornadas Generales de Pastoral Obrera fue "Iglesia comprometida por el trabajo decente".
De nuestras diócesis participamos: Anna Luque, Jordi Cordero y Carmen Paños (ACO - diócesis de Terrassa), Miguel Ángel Bahía y Lorena Medina (JOC - diócesis de Terrassa), Jesús Jiménez (ACO, presidente - diócesis de Sant Feliu de Llobregat ), María Martínez (ACO, presidenta - diócesis de Barcelona) y Josep Escós (ACO - diócesis de Vic).
El sábado día 19 tras las presentación de las jornadas tuvo lugar la ponencia a cargo de D. Pedro José Gómez Serrano con el título "El trabajo: una bendición entre dos maldiciones".
Inició la ponencia con una frase del discurso de Francisco a los cartoneros el 20/12/2013. Estamos viviendo en una cultura del descarte, donde facilmente hacemos sobrar no solo cosas, sino personas.
Hace referencia al buen trabajo y el bien que hacen a la sociedad los que van recogiendo cartones por los contenedores.
La ponencia la desarrolló en 5 apartados:
Como resumen de la ponencia nos hizo reflexionar, que el super trabajo para poder consumir más y más va en contra del Evangelio. Que las cosas no tienen vida y las personas sí. Que es importante la tarea educadora en todos los sectores de la Iglesia por hacer personas críticas y libres para opinar. Hacer una tarea profética contra la precariedad y la falta de estabilidad. Hay que crear espacios para compartir la situación laboral entre los afectados tanto de trabajadores como de empresarios... Pedir una ética a los empresarios cristianos, los emprendedores... Exigir a la Iglesia que sea una empresaria evangélica, cooperativista, sindicalista...
Posteriormente los participantes en la jornada pudimos explicar diferentes experiencias vividas o manifestar propuestas sobre el trabajo decente que se llevan a cabo en las diócesis donde viven.
Como conclusión se puede ver que se van haciendo pasos sobre este problema y que poco a poco los obispos, algunos más que otros, comienzan a hacerse eco de esta situación.