Acabamos de celebrar un Consejo, el XI en la historia de ACO. Hemos llegado en un curso trepidante, donde parecía que el Movimiento debía renovarse o nos íbamos muriendo irremisiblemente.
¿De dónde venía esa sensación desesperada? Sin duda, del Comité Permanente, ¡y no les faltaba razón! Cuando estás al mando de un barco de vela que navega en medio de fuertes vientos y corrientes contrarias a la dirección señalada y dispones de pocos marineros a cargo de las velas, es muy normal que temas ir a la deriva y con muchas probabilidades de zozobrar.
Toda esta angustia llegó a las Zonas y en muchos casos no fue comprendida. ¿Qué les pasa a los de Tapioles? ¿Por qué ponen en cuestión la manera que tenemos de trabajar? Los grupos funcionan con la cadencia acostumbrada, hacemos Revisión de Vida, Estudios de Evangelio, organizamos encuentros de Zona... Hacemos lo que se ha hecho siempre; ¿de qué se quejan?
Mientras, los grupos van recibiendo informaciones, publicaciones, correos, la posibilidad de acceder a una web actualizada y haciendo presente el Movimiento, tanto a nivel nacional como internacional, sin pararse a pensar que toda esta movida es fruto de una faena ingente que sólo la realizan cuatro personas.
Cuando rascas un poco te puedes dar cuenta de todo esto, ¿verdad? Ya no extraña tanto la visión apocalíptica que pueden tener los que tienen la responsabilidad del Movimiento.
Hablando de responsabilidad, ¿en qué momento está el Movimiento? Parece que el Comité Permanente no iba tan desencaminado.
Ya empezaron a saltar las alarmas en el relevo del anterior presidente. Por primera vez en la historia no había ningún candidato en el Consejo extraordinario de la Jornada General, tardando casi medio año a presentarse un voluntario para ocupar la plaza. Peor pasó en el relevo del cargo de presidenta, que costó casi un año. Todo esto iba poniendo más presión y a la vez desesperación al Comité Permanente; se puede entender, ¿verdad?
Del mismo modo ocurre en las diferentes responsabilidades, de Zona; hay alguna zona que hace años que no tiene responsable, comisiones e incluso el responsable de grupo cuesta que salga, funcionando un montón de tiempo sin una cabeza visible.
¿Por qué ocurre esto?
Hay quien dice que es el mal del momento, que pasa en la mayoría de entidades, no hay relevos y no se encuentran responsables. Pero nosotros, ¿somos una entidad más?
La esencia del compromiso cristiano, que decimos que queremos vivir, ¿no da un valor añadido? No se trata de querer ser elitistas, ni de creernos mejor que los demás, sino de querer ser un poco coherentes. Si nos comparamos con una entidad más, apaga y vámonos, y no es de extrañar que algún militante se dirija a la secretaría del Movimiento con exigencias, como si se tratara de una empresa de servicios.
Cabe decir que tal como está hoy el mercado de trabajo, no ayuda nada: los jóvenes trabajadores no tienen ningún tipo de seguridad, ni de jornada, ni de horarios, ni de salud, ni del mismo trabajo. Esto explicaría que no se pudieran comprometer, al menos, en cuanto a presidente/a, ya que son responsabilidades que requieren una dedicación importante.
¿Por qué no se valora el servicio al Movimiento?
Actualmente parece que nuestro Movimiento esté muriendo de éxito. Me explico; es tan eficaz en promover, estimular y potenciar el compromiso en sus militantes, que la mayoría de ellos están llevando a cabo compromisos muy importantes e interesantes allí donde se encuentran: empresa, sindicatos, A.VV., escuelas, entidades, partidos políticos..., y nadie tiene tiempo para dedicarlo a la organización que alimenta este servicio.
Otro aspecto, es que el Movimiento está nadando a contracorriente, lo que decíamos del barco de vela. En una sociedad cada día más cerrada e individualizada, el militante queda encerrado en su grupo, el entorno que conoce y donde se siente cómodo. No le vengas con "milongas" de la riqueza de un movimiento; él no lo necesita, ya tiene bastante con su grupo. Sí que valora las publicaciones que recibe de folletos, boletines y el trabajo que se propone en las prioridades de cada curso, pero esto es como un maná que cae del cielo, no es consciente del esfuerzo que supone elaborarlo.
La esquizofrenia del Movimiento.
Queremos que el Movimiento tenga voz propia y esté en todas partes, y nos duele poner medios.
Queremos que el Movimiento sea evangelizador y no nos hace gracia que crezca tanto y llegue a más gente, porque necesita más personas dedicadas a nutrirlo.
Menos mal que en este último Consejo ha salido, como prioritaria, la línea de ser corresponsables, de que el Movimiento es de todos y debemos sacarlo adelante entre todos.
A ver cómo entiende cada uno este concepto.
Que Dios haga más que nosotros.
Joan Mercader
Responsable de la Comisión de economía