[Oración del consiliario Josep Jiménez Montejo que fue leída en el encuentro del Primero de Mayo convocada por el grupo Almeda del Baix Llobregat]
Aquí estamos, Padre, nuevamente.
Aquí estamos, una vez más, para abrirte el corazón y decirte lo que nos pasa.
Aquí estamos, con el ánimo encogido por el dolor que nos embarga
a causa de tantos familiares, amigos o conocidos muertos, o enfermos.
Aquí estamos, y te presentamos el dolor de tantos de nosotros,
que no hemos podido acompañar nuestros familiares
en sus últimos momentos.
También te presentamos a todos los compañeros y compañeras que han perdido el trabajo.
Te presentamos la esclavitud, todavía mayor,
de tantos trabajadores obligados a depender de un alabado teletrabajo,
pendientes todo el día de una pantalla o del teléfono.
Padre, mira todavía con más amor, a todos aquellos, hombres y mujeres,
que han trabajado hasta la extenuación
al servicio de los afectados por la pandemia que nos asuela.
Padre, derrama en nuestros corazones el fuego de tu Espíritu
para buscar sin desfallecer, y luchar para conseguir,
la justicia y la equidad que nos serán necesarias
para atender a las víctimas de la dura crisis económica,
que cubrirá como una sombra muy negra,
el futuro de tantos de nosotros.
¡Sí, Padre! Te insistimos como aquella viuda pesada del Evangelio:
no permitas que perdamos nuestra dignidad ni nuestra humanidad.
Que no dejemos de ser hombres y mujeres creados a tu imagen.
Derrama tu Espíritu en la clase política
para que sea digna de ti, y no como aquel juez
“que no temía a Dios ni respetaba a persona alguna” (Lc 18,1-8).
Sí, que nuestros políticos promuevan políticas económicas y sociales
que no dejen los pobres y empobrecidos
al margen de nuestra sociedad, ni al margen de la historia.
Padre, que tus hijas y tus hijos más pobres puedan disfrutar,
sin límites de tiempo o condición,
de lo mínimo necesario para vivir con dignidad.
Padre, te pedimos que todos puedan tener un trabajo decente
que les permita ser partícipes, contigo,
de la continuación de la creación.
Que nadie quede descartado de la alegría de colaborar,
con su trabajo, para que nuestro mundo
sea el mundo que tú has soñado.
En este día del Primero de Mayo, Padre,
ayúdanos a no desfallecer en nuestra lucha y nuestro esfuerzo
para que tu justicia y tu amor de Padre bueno, justo y misericordioso
sean un derecho universal
y un patrimonio del cual puedan disfrutar todos tus hijos e hijas. Amén.