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Que nada vuelva al punto inicial

Julio 06/Joan Andreu Parra/

[Testimonio de Luisma Alonso en la Jornada del Consejo de Acción Católica «Pensar el futuro desde una fe que compromete», el 13 de junio]

Soy Luis Manuel, militante de ACO y profesor del instituto Pedraforca de l'Hospitalet de Llobregat, centro público de secundaria.

DESDE DÓNDE VIVO LA SITUACIÓN PROVOCADA POR LA PANDEMIA

Lo vivo en un primer momento con incredulidad ante una realidad nueva. Como tutor de 2º de ESO me pongo rápidamente en contacto con el alumnado. Con naturalidad pasamos a hablar de otras situaciones, más allá de cuestiones académicas. Me preocupa cómo lo están viviendo. Fundamental el acompañamiento afectivo. El correo electrónico prácticamente ninguna familia lo usa. Queda perfectamente de manifiesto la falta de medios. Las familias rápidamente explican sus situaciones de dificultad, conflictivas, la falta de espacio en la casa, de salud, de comida, dificultades en las relaciones familiares...

Las situaciones de falta de los recursos mínimos para vivir dignamente son muy preocupantes, son muchas y graves. Más de las tres cuartas partes del alumnado no tiene ordenador ni tablet. Cuentan sólo con el móvil, en el mejor de los casos. Las conexiones son muy débiles. Quiero señalar el rol fundamental de las madres y las mujeres en general en la lucha para superar estas situaciones. SOMOS PUENTE con Servicios Sociales, con el ambulatorio, con los recursos del barrio... hemos intervenido desde el respeto a las situaciones personales de cada familia. Valoro todo lo que hemos compartido, también el interés de las familias por mi situación personal. Ha habido reciprocidad. Importante el trabajo en equipo entre los diferentes grupos de profesorado, que nos hemos apoyado en aquellos momentos de graves desalientos, de caída de las fuerzas.

Mucho dolor ante las situaciones sociales brutalmente injustas, que ya eran conocidas anteriormente, pero que con la pandemia, han quedado más desnudas, cara a cara con la realidad que ya no las puede disimular ni justificar. Duele que el sistema, la sociedad, sigue engañando y se esfuerza por mantener las diferencias sociales en beneficio de unos pocos. Prometieron ordenadores para los que no tenían, propusieron mejoras de las conectividades de las familias más vulnerables... que no han llegado. Ningún ordenador se ha entregado a ninguno de los alumnos de mi tutoría. Se han llenado la boca con que nadie quede fuera, pero los más vulnerables han vuelto a quedar excluidos. La falta de igualdad de oportunidades se agrava.

 

EXPERIENCIA DE FE Y DE IGLESIA

La oración ha tomado un sentido profundo, al compartir con Jesús encarnado todas estas vivencias intensas, en un día a día que vives con conciencia de ser constructores del Reino de Dios. Interiorizar todo lo que vivimos con los demás ha sido importante para dar profundidad y sentido a nuestras acciones. Esta espiritualidad de fusionar fe y vida me ha dado muchas fuerzas, me ha ayudado a descubrir a Jesús presente en estas familias, en medio de los más vulnerables. El Espíritu nos da el aliento para luchar con esperanza y sin desfallecer. El Padre nos da un mensaje de justicia y dignidad para todas estas familias de la clase obrera.

El movimiento, el equipo de Revisión de vida, toda la comunidad eclesial nos hace presente a Dios en medio de la vida. La naturaleza ha rebrotado. Hemos luchado para mejorar las situaciones injustas. La fe y el amor nos han dado la mirada personal, plenamente humana. Y esta mirada nos pide radicalidad en la construcción del Reino, contundencia en la planificación de toda la creación.

 

HACIA DÓNDE APUNTO

Debemos avanzar hacia un mundo nuevo y una Iglesia nueva. Tenemos muchas dificultades, pero también estamos aprendiendo mucho. Creo en la fuerza de los pequeños, el grano de mostaza que se transforma en árbol robusto. Bienaventurados los que lloran, los perseguidos por causa de la justicia, felices los que luchan por la paz... Esta es la opción de nuestra Iglesia. Que nada vuelva al punto inicial. Seguir hacia la igualdad de oportunidades y la vida digna en favor de los más débiles. Es el mensaje evangélico. Después de la muerte, viene la resurrección. Y tenemos la fuerza del Espíritu dentro de nosotros.