[Imma Sánchez, militante del grupo joven de Sta. Margarida de Montbui (Conca d'Òdena - diócesis de Vic)] Trabajo como administrativa sanitaria en servicio de urgencias de un ambulatorio en la comarca del Anoia. Estos días nuestra tarea es un poco diferente, el Covid-19 ha cambiado nuestra manera de actuar. El primer cambio importante es que nuestra herramienta fundamental de trabajo es el teléfono, gestionar y resolver para no hacer desplazar a los ciudadanos de su casa. Esto implica que nuestra vertiente más humana, de gestión directa, queda un poco en segundo término, el valor añadido de la persona al servicio, queda mermado.
Internamente se respira tensión, empezamos a saber de compañeros que están de baja, algunos ingresados, otros no... Pese a ir protegidos, tenemos respeto ante esta enfermedad. Hay frustración, impotencia, de aquellos pacientes que se van controlando pero se desestabilizan y nos dejan. Vemos el dolor de lejos de los familiares, aquellos duelos que son discretos, sin hacer ruido, en la soledad. Esto me provoca mucha tristeza.
Por ahora tenemos esperanza, tenemos un mañana... más equipos de protección, tenemos grupos de voluntarios que ayudan para que la gente mayor o gente que vive sola no tengan que salir de casa. Las tiendas también han facilitado horarios para hacer la compra. Muchas empresas han aportado materiales de protección para garantizar una mayor seguridad. Tengo la suerte de trabajar con grandes profesionales sanitarios, puedo ver su lado más humano, la preocupación por los enfermos, la dignidad de la persona, el seguimiento cercano de enfermos.
Cuando llego a casa encuentro a mi familia: mi marido y dos niñas. Esperamos que toquen las campanas a las 8 de la tarde. Salimos al balcón a aplaudir a todos los que hacen todo sea un poco más fácil. Es tal vez para mí un momento de agradecimiento de toda la comunidad, viendo a los vecinos, a pesar de ser sólo cinco minutos, estamos contentos de ver que todos estamos allí, haciendo grupo y comunidad. La necesidad ha hecho que nos miremos a los ojos, en una ciudad esto no es fácil, ahora todos somos iguales.
Esperemos que un día despertemos y esta pesadilla haya terminado. Pero, a pesar de todo, que podamos aprender que todos somos iguales, que nos ayudemos unos a otros, que tengamos tiempo de mirarnos a los ojos y volveremos a salir de casa, y disfrutar de nuestros familiares, nuestros amigos y, por supuesto, de los encuentros con nuestro grupo de ACO que tanto echo de menos.
[Josefina Quintana, militante del grupo joven de Sta. Margarida de Montbui (Conca d'Òdena - diócesis de Vic)] Soy madre de un niño y educadora social en Cáritas Igualada y quisiera aprovechar para agradecer al Comité Permanente de ACO que hayan pensado en mí para hacer este testimonio.
¿Cómo estamos viviendo la emergencia como militantes de la Conca d'Òdena?
La Conca d'Òdena es una parte de la comarca del Anoia donde estamos Igualada, Òdena, Vilanova del Camí y Santa Margarida de Montbui. Estas poblaciones están comunicadas entre sí por diferentes puentes ya que sólo las separa el río Anoia; la gran mayoría de las personas que vivimos en estos municipios trabajamos en Igualada, compramos y nos movemos por la ciudad como si fuera nuestra.
En la Conca d'Òdena se inició unos días antes la emergencia sanitaria que en el resto de Cataluña; ya el miércoles 11 de marzo se cerraron las escuelas, centros de día y el jueves 12 durante todo el día ya se hablaba de la posibilidad de que nos confinaran perimetralmente. Durante la última hora de la tarde ya se veían movimientos de Mossos de escuadra [policía autonómica] que se posicionaban en las entradas y salidas de la Conca d'Òdena, hasta que a las 21 h ya se hacía oficial.
¿Este confinamiento perimetral qué está suponiendo?
En primer lugar que muchas personas no puedan salir o entrar para poder ir a su puesto de trabajo, como es el caso de Marce, militante de mi grupo de ACO. Primero se habló de que todas las personas que no podían ir a trabajar por el confinamiento podrían cobrar como si estuvieran de baja por accidente laboral, pero en este momento todavía no está totalmente resuelto, tal y como denuncian los alcaldes de estas poblaciones.
En el Decreto del estado de confinamiento había algunos casos excepcionales, como es el caso de Imma, militante de ACO, que trabaja en un ambulatorio en otra población y puede salir pasando por los controles necesarios. Dentro de la Conca d'Òdena muchas empresas se han visto obligadas a hacer ERTE, como el caso de la empresa donde trabaja Marcos (también militante), ya que no les llegaba el material o no tenían clientes, como es el caso del sector servicios.
Los que trabajamos como es mi caso en Cáritas, el de Eduard, rector y militante o el caso de Montse, consiliaria del grupo como voluntaria, cada uno desde su ámbito de trabajo estamos dando respuesta a todas las personas que lo necesitan, alimentación, ropa, intermediación laboral, acompañamiento emocional, espiritual. Haciendo un seguimiento para conocer y ayudar a las personas más vulnerables.
¿Qué consecuencias ya está teniendo sobre sus vidas?
Como posiblemente en todo el Estado, los primeros días del confinamiento las personas teníamos una sensación de incredulidad por lo que estaba pasando, el primer fin de semana los parques estaban llenos de personas, las empresas también iban dando respuestas contradictorias según iban pasando las noticias (ven a trabajar, no vengas, hacemos turnos, trabajarás desde casa, haremos un ERTE). Todos participábamos de la saturación a través de las redes sociales, de videos, informaciones no contrastadas, tareas a realizar con la familia y un gran etcétera que no nos permitía poder parar y reflexionar.
En este momento, ¿qué veo de positivo de esta situación?
Muchas familias se han podido encontrar, se han visto obligadas a compartir, a saber no enfadarse y poder convivir con la máxima tranquilidad posible; estamos aprendiendo a vivir con lo mínimo, sólo consumiendo lo estricto y necesario.
También hemos aprovechado para poder hacer más red, no sólo entre la familia sino a nivel de comunidad. Gracias a los grupos de redes sociales muchas comunidades de vecinos han aprovechado este confinamiento para poder hacer más red vecinal, desde sus balcones han celebrado fiestas de cumpleaños, han hecho bingos, aplauden cada noche a las 8 en agradecimiento a todas las personas que están trabajando para todos nosotros.
¿Qué consecuencias crees que tendrá cuando la emergencia sanitaria se haya superado?
Había un programa en la televisión que durante 21 días la presentadora realizaba una habilidad y de esta manera ya quedaba adquirida para siempre; no sé si realmente es efectiva esta fórmula, ya que todavía no hace 21 días del confinamiento, pero sí que ha habido un cambio en nuestra sociedad, ahora toda la hiperactividad del comienzo del confinamiento está deteniéndose, las personas estamos aprendiendo a vivir de una manera más calmada, seguramente de una manera más espiritual, disfrutando de las cosas esenciales, como son la familia, la salud, el amor.
Deseo que todas las redes vecinales que se están creando ahora no se pierdan y sobretodo que la situación económica pueda llegar a la normalidad con rapidez.
¿Con qué ánimo encaras la Semana Santa?
Cada día conocemos casos nuevos de personas que están en la UCI por coronavirus, muchas de ellas vecinas, antiguos compañeros de escuela, familiares de amigas, voluntarias de Cáritas y muchas más personas que para mí son anónimas. Algunas de estas personas no han podido resistir el coronavirus y la despedida y acompañamiento de sus familiares ha sido desde la distancia, carentes de aquel contacto tan humano.
Para mí esta Semana Santa no sólo será un momento de reflexión personal, sino que debe ser un momento de acompañamiento y apoyo a todas las personas que están sufriendo.
También debe ser un momento que nos sirva para resucitar, para poder ser resilientes y coger fuerzas para poder no sólo llegar a la normalidad deseada sino a la transformación de una sociedad más solidaria.
Como dice la canción RESISTIREMOS. Un fuerte abrazo a todos.