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Miguel Montenegro, en el centro, acompañado de miembros de los Comités Óscar Romero. Foto: Antonio Velasco.

Miguel Montenegro, un luchador íntegro

Defensor de los derechos humanos en El Salvador

Octubre 30/Joan Andreu Parra/

[Antonio Velasco Gómez] De una elegancia natural, pelo entrecano, edad indefinida -mediada la sesentena en mi opinión-, lentes que se oscurecen o aclaran a capricho de la luz solar, sonrisa perenne a pesar de las terribles vicisitudes que la vida le planteó, Miguel Montenegro es el director de la Comisión de los Derechos Humanos de El Salvador (CDHES), que tiene, entre otras, la tarea de denunciar las situaciones de violencia y abusos del poder en ese país.

- Durante gran parte de los 12 años que duró el conflicto armado en mi país, desde 1980 a 1992. -me dice Miguel mientras tomamos café en un restaurante de las afueras de Girona-, los Estados Unidos aportaron a las fuerzas armadas salvadoreñas un millón de dólares diarios, paras impedir que el pueblo, alzado contra la dictadura de la oligarquía, consiguiera la libertad. No querían ver una nueva revolución triunfante en Centroamérica, como la de Nicaragua.

Miguel Montenegro sufrió en primera persona los horrores de la guerra, siendo perseguido, torturado y encarcelado. Pero el asesinato de uno de sus primos, el desaparecimiento de otros tres, así como el de tantos compañeros y compañeras de la CDHES y muchos amigos y paisanos, fueron las flechas que más hirieron su corazón, que aún sangra. Aun así, o quizá por ello, lleva más de 40 años trabajando contra la injusticia, contra la falta de libertades y en la defensa y promoción de los Derechos Humanos (DDHH).

A pesar de haber criado a nueve hijos, ha podido dedicar parte de su existencia a defender causas humanitarias. Colaborador de la ONU, acumula una gran experiencia en la realización de estudios, seminarios y talleres sobre el tema. Por su labor, es conocido en varios países, habiendo realizado misiones en Irlanda y Sudáfrica. Ha actuado como delegado de DDHH en varios países americanos, así como representante de la Comisión de los Derechos Humanos de El Salvador en las Naciones Unidas.

Miguel Montenegro ha visitado Barcelona, Terrassa y Girona durante estos primeros días de octubre de 2023, invitado por los Comités Óscar Romero. La finalidad de esta visita es dar a conocer la terrible situación en relación a la vulneración de los de los Derechos Humanos en El Salvador y solicitar ayuda a entidades y administraciones de nuestro país. Con ese motivo se reunió, acompañado por miembros de los Comités Óscar Romero, con representantes del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat de Catalunya. 

- He visto las terribles imágenes de las detenciones masivas de jóvenes en tu país, Miguel -le digo- ¿Son todos pandilleros? 

- No, en absoluto -me responde-. Nayib Bukele tuitea diariamente la frase “0 homicidios”. Así empiezan todos sus tuits, diciendo cero homicidios. Eso significa, para él y para los muchos salvadoreños que le apoyan, que su guerra contra las pandillas criminales –las maras– está teniendo éxito. Al coste de un Estado de excepción que permanece desde el 27 de marzo de 2022 y que se ha cobrado ya 72.600 detenidos, según el último dato conocido. En realidad, esas detenciones masivas e indiscriminadas son la parte visible de una política represiva más amplia, que alcanza a las organizaciones civiles, incluso a la prensa que se atreva a denunciar y cuestionar las capturas de inocentes. Una política que ha enfrentado a Bukele con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a la que el mandatario acusa de defender a los criminales.

Miguel Montenegro comenta que Bukele prometió muchos cambios relativos al apoyo a las víctimas. Hablamos de más de setenta mil muertos, miles y miles de heridos y más de un millón de personas que abandonaron el país a consecuencia del conflicto armado.  La realidad ha sido otra, pues no ha habido ningún acercamiento de este gobierno para encarar el asunto de la reparación a las víctimas. 

Somos diez los comensales en el restaurante entre Girona y Riudellots de la Selva, donde comimos con Miguel Montenegro. Algunas de estas personas son las que difunden por la provincia de Girona la Agenda Latinoamericana Mundial y otras forman parte de los Comités Oscar Romero. Montenegro, como dije al principio, mantiene todo el tiempo una sonrisa, incluso cuando comenta hechos terribles, si bien es cierto que mientras da cuenta de esos negros episodios su sonrisa se tiñe de una leve amargura. 

- Uno de mis primos fue asesinado y otros tres siguen desaparecidos, tantos años después -me dice Miguel con la mirada perdida-.  Mi abuelo, mi papá, mi hermana y dos tíos fueron capturados y torturados. Mi padre fue detenido una segunda vez, y estuvimos sin noticias de él durante más de un mes. La angustia familiar, como te puedes imaginar, fue terrible. Cuando fue liberado por las Guardia Nacional llegó a casa con tremendas lesiones, pues lo habían torturado con extrema crueldad.

El resto de comensales andaba inmerso en apasionadas discusiones, mientras yo conversaba con Miguel Montenegro. Me atreví a preguntarle, aun sabiendo que era un tema delicado, si él también había sufrido torturas y prisión en los años del plomo en El Salvador.

- Me detuvo la policía durante trece días y me aplicaron todo tipo de torturas físicas y sicológicas.  Después de eso, me trasladaron al Penal de Mariona, donde estuve preso por seis meses.

La impunidad de aquellos horrendos crímenes sigue presente. Sobre ese tema de la impunidad le preguntó Javier del Pino a Montenegro al día siguiente, 8 de octubre, en el programa de la Cadena SER A vivir que son dos días

- En El Salvador nunca hubo democracia hasta 1992 -contestó Montenegro-, año en que finaliza el conflicto tras la firma de los Acuerdos de Paz, que establecen la desaparición de los batallones de élite, especializados en torturas y asesinatos, la reducción de las Fuerzas Armadas y la instauración de una nueva policía nacional civil, así como una procuraduría para la defensa de los derechos humanos. A partir de ahí, se inicia un proceso nuevo, de democracia, en El Salvador. Sin embargo, en ningún momento se fortaleció el sistema de justicia, con lo que la lucha contra la impunidad no logró tener defensores desde las estructuras estatales, así como tampoco se promovió la lucha contra la corrupción. Como consecuencia, la situación que ahorita tenemos es la de impunidad ante tanto crimen y tanta corrupción.

Miguel Montenegro, hombre de verbo fluido y gran conocedor de las vicisitudes por las que atraviesa su país, me comenta que ni los gobiernos del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), ni mucho menos los del Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), respondieron eficazmente a la inseguridad que padecía la población. Las pandillas campaban a saus anchas, fuertemente armadas y estableciendo controles territoriales. Extorsiones, desaparecimientos y muertes se venían dando diariamente. Ante ese panorama, Nayib Bukele pidió a la Asamblea Legislativa que aprobase el régimen de excepción, lo que supuso la suspensión plena de las garantías constitucionales. Eso se tradujo en una política de represión y de detenciones masivas, sin investigación previa, sin respetar el derecho de los detenidos a un abogado y sin considerar para nada el respeto a los derechos humanos, cercando barrios y colonias enteras y capturando masivamente a los jóvenes, sobre todo a aquellos que lleven algún tatuaje. 

El fomento de la delación es otro de los métodos empleados por el actual gobierno salvadoreño. Han publicitado un número de teléfono donde cualquiera puede denunciar anónimamente a las personas sospechosa de haber pertenecido a alguna pandilla, dándose así muchos casos de denuncias por rencillas o rivalidades personales, propiciándose así el encarcelamiento de inocentes. Una prueba de ello es que, de los más de setenta mil detenidos, siete mil ya han sido puestos en libertad sin cargos. Son estas personas liberadas las que cuentan los malos tratos y las torturas a las que fueron sometidos. Esos son delitos estatales de lesa humanidad. Ni la procuraduría, ni las autoridades gubernamentales, están dando respuesta a las demandas de los familiares de las personas muertas en los penales por torturas y por falta de atención médica. 

Nos despedimos de Miguel Montenegro con abrazos fraternales, con los que le transmitimos nuestro apoyo y nuestro deseo de que su lucha por la justicia, por la libertad y por el respeto entre los seres humanos, contribuya a mejorar la vida de nuestra especie. Esa también es nuestra lucha.



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