(Jaume Ribas García) Decía Tano que “si no fuera por unos cuantos, el movimiento no existiría”.
Hay militantes que han adquirido esta conciencia: se sienten corresponsables con el movimiento.
Las motivaciones de estar en el movimiento no son iguales para todos: hay quien viene al grupo a resolver sus problemas, o a buscar amigos, y no para la evangelización de la clase trabajadora.
Como militantes tenemos la responsabilidad que Dios llegue a la clase trabajadora, y esta responsabilidad es de todos. Y cómo llegará Dios a la clase trabajadora si no es por la misma clase trabajadora, por qué medio si no.
Cuando nosotros empezamos en el movimiento teníamos los boletines, las vivencias y las influencias de otros compañeros militantes, que eran los medios para la evangelización. Los consiliarios que estaban en las parroquias ayudaban. Ahora muchos de ellos ya no están.
Si tenemos claro que nuestra misión es evangelizar, esto quiere decir que tenemos que salir de nosotros mismos para poner a los demás por delante de nosotros. No siempre lo hacemos.
¿Qué es lo que hace que se vaya más allá de uno mismo? La responsabilidad y el compromiso de llegar a otros jóvenes.
¿Por qué cuesta? Porque no se hace de la corresponsabilidad una forma de vivir que pueda ir de acuerdo con el evangelio, con las bienaventuranzas, es decir, un estilo de vida.
La vida y las ideas tienen que ir de la mano. Seguir a Jesús no es una moda, no son momentos, por eso hacemos Revisión de vida: para ver si nuestra vida está de acuerdo con el evangelio. Esto te plantea si vivimos coherentemente con lo que pensamos. Porque lo que transforma a la gente es la vida. No se puede hablar de lo que no se vive.
Ser de la JOC, de ACO, de los movimientos, es costoso, pero da una gran felicidad, porque te enriquece, te hace persona y así estás más cerca de Dios. Una vida no es vida sino se ofrece y se da.
Hoy en día cuesta todo mucho más: hay menos generosidad, la palabra solidaridad está devaluada. El esfuerzo actual es mucho mayor ahora que antes.