[Miquel-Àngel Ferrés i Fluvià, rector en Figueres]
Me enfado y tú me dices: perdona.
Dudo y tú me dices: confía.
Confío, y tú me dices: vigila, vela.
Tengo miedo y tú me dices: ánimo, coraje.
Quiero estar en paz y tú me dices: ven y sígueme.
Siento angustia y tú me dices: la paz sea contigo.
Quiero seguridad y tú me dices: déjalo todo.
Busco bienes materiales y tú me dices: dalo a los pobres.
Creo que soy buena persona, y tú me dices: todavía te falta una cosa...
Siento cansancio y tú me dices: yo soy el Pan de vida.
Quiero hacer cosas importantes y tú me dices: el más importante es el que sirve.
Pido tranquilidad y tú me dices: he venido a traer la espada.
Pienso en la venganza y tú me dices: ama a los enemigos.
Quiero ser mayor y tú me dices: si no os hacéis como los niños...
Quisiera esconderme y tú me dices: que tu luz resplandezca ante todos.
Quiero que me vean y tú me dices: reza a escondidas.
Quiero un cristianismo claro y tú me hablas con parábolas.
Guardo las formas y tú me dices: es de dentro del corazón de donde salen la maldad y la bondad.
Cumplo las normas y tú me dices: si no sois más justos que los escribas y los fariseos...
Quiero reposar en tí y tú me dices: toma tu cruz y acompáñame.
Me inquieto por muchas cosas y tú me dices: sólo hay una necesaria.
Quiero una Iglesia triunfante y tú me dices: el reino de Dios es como un grano de mostaza...
Busco unos preceptos claros y tú me cuentas las Bienaventuranzas.
Me incomoda quienes hacen el mal y tú me dices: no he venido a llamar a justos sino a pecadores.
Me veo sin salida y tú me dices: yo soy la puerta.
Me veo perdido y tú me dices: yo soy el camino.
Estoy a oscuras y tú me dices: yo soy la luz.
No hemos pescado nada en toda la noche y tú nos dices: echad las redes al otro lado.
Busco bienestar y tú me dices: ¡fuego, he venido a traer a la tierra!
Te queremos Rey poderoso y tú te dejas clavar en la cruz.