Mi experiencia de la vida de los pobres, inmigrantes, excluidos... estar con ellos... hacer camino con ellos... compartir su realidad, es un descubrimiento permanente que no se acaba nunca, siempre se viven situaciones que me sorprenden, es una fuente de novedades, es una oportunidad que me ayuda a replantearme la vida, a ser más humilde, a pedir perdón, a valorar las pequeñas cosas de cada día, y descubro a Jesús encarnado en cada hermana y hermano que sufre y siento su voz que nos dice: “Os lo aseguro: todo lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40).