Criticar (en el sentido de examinar como críticos) este número creciente de series que nos subyugan y que cada vez ocupan porciones más elevadas de nuestro tiempo, fue el propósito de la IV Jornada de Comunicación de ACO que convocó el movimiento junto con Cristianismo y Justicia el 29 de marzo pasado con el título Series de televisión, una mirada cristiana.
Maria-José Masanet, profesora en la Universidad Pompeu Fabra, fue la primera ponente en intervenir y compartió el resultado de sus investigaciones en cuanto a cómo socializan e interiorizan los estereotipos de género los adolescentes y jóvenes a través de las series. Con varios ejemplos, se comprobó la reproducción del esquema tensión-agresión-luna de miel en las relaciones —de hecho, a menudo, los jóvenes no interpretan como tal la violencia psíquica y verbal en las relaciones— y cómo se siguen transmitiendo los mitos del amor romántico entre el hombre y la mujer. «Las series tienen éxito entre los adolescentes y jóvenes porque se encuentran representados y utilizan estas representaciones para hablar en las aulas de los institutos», argumentó María-José.
Por su parte, Sonia Herrera, responsable de comunicación en Cristianismo y Justicia, abordó cómo las series nos educan y cómo se adaptan a los tiempos que representan. «Cualquier película o serie crea modelos de conducta y un imaginario social, nos dice cómo es el mundo, pero hay que ser críticos», aseguró Sonia. La ponente hizo un repaso por el componente religioso de algunas series de éxito (El cuento de la criada, Las escalofriantes aventuras de Sabrina, Vikingos o Juana Inés) y apuntó algunos retos que tienen las series: la igualdad entre sexos y la diversidad en la representación (no sólo el relato occidental), la conveniencia de mezclar varios ejes de discriminación (género, clase social) y la incorporación de otras espiritualidades.
Oriol Quintana, profesor en el Instituto Químico de Sarriá, intervino en último lugar y censuró que «hemos abrazado ciegamente la tecnología. Estamos todo el día en el trabajo con el ordenador y al estar libres vemos series. ¿Dónde está nuestra vida?», se preguntó. Según Oriol, el hecho de vivir tan abocados hacia fuera y sin una vida propia, de no saber desconectar de internet, tener dificultades para vivir una vida off-line, revela que tenemos un problema espiritual. «Todo internet (las series también) está diseñado para hacer un consumo compulsivo y hacernos adictos mediante la sobreestimulación. Cuando no nos sabemos parar y descansar, perdemos la capacidad contemplativa», observó Oriol.
En el diálogo final, se apuntaron algunas ideas de cara a procurar más espacios de consumo colectivo y no tan individualizado (especialmente en el marco de la familia) o no demonizar la tecnología para poder hacer un abordaje más racional (introducir criterios, moderación en el consumo de internet...).
Puedes consultar en el enlace la grabación del acto que se retransmitió en streaming y que, entre otros, fue seguido por los compañeros de la diócesis de Lleida en un centro cívico y también algunas fotografías del acto. La etiqueta en redes sociales fue # SèriesACOCiJ.