Después de tres años de formación distribuidos en cuatro bloques de cinco sesiones cada uno (Biblia, Teología, Herramientas, Doctrina Social de la Iglesia – Pastoral Obrera de toda la Iglesia), tres militantes de ACO ya son consiliarios laicos: Àlex Pérez, Rocío Elvira y Maria Sallès y Gel. Hoy hablamos con Maria Sallès.
Has completado un curso de casi tres años para formarte como consiliaria. ¿Esto para qué te habilita? ¿Cuál es el próximo paso que deberías hacer?
No se trata exactamente de habilitar... El curso me ha puesto al alcance temas que desconocía, me ha permitido profundizar en alguna capa de la historia de la Biblia. En realidad, siento que me ha acercado a la Iglesia, en el sentido de la historia del pueblo de Dios. Y me ha hecho darme cuenta de que es ¡extenso, rica y desconocida! El próximo paso viene en el día a día. Supongo que me he de abrir a la vida y dejar que el Espíritu me hable.
La formación que has recibido a nivel personal para ser consiliaria laica ¿para qué te ha servido? ¿Qué destacarías de lo que te llevas en la mochila?
La formación de Consiliarios ha sido un espacio de lujo, en el sentido de trabajar y compartir sobre temas diversos de la Iglesia. Entiendo que el hecho de prepararse como consiliaria te permite aprender a abrir el punto de vista. Escuchar los hechos y visualizarlos en un pasaje del Evangelio, tener más herramientas para abrir ojos y oídos y descifrar su contenido... Es muy osado hablar así, disculpad. Pero tal vez como metáfora puede servir.
Supongo que es una herramienta para conectar con más sentido lo que aparece en los hechos de revisión de vida con la Palabra de Dios. Cuando hemos hecho el Ver, hace falta un Juzgar lleno de sentido en nuestro corazón que enlace con el amor de Dios. Me imagino que esta formación puede ayudar en este aspecto.
También hay una parte muy interesante sobre la Doctrina Social de la Iglesia que personalmente me ha sorprendido en positivo. Aporta una vertiente de pensamiento eclesial, absolutamente conectada con la vida de Jesús. Esta voz que clama en el desierto, ¡debe llamar también en nuestros corazones, nuestras calles y trabajos!
De todos modos también quiero confesar que, aunque parezca una contradicción, tengo la sensación de que sigo sin saber nada de nada. Que el camino de pobreza dentro y fuera apenas lo acabo de empezar.