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Grupo de militantes de la zona del Vallès Occidental en la parroquia de Santa Ana, de Barcelona.

Hospital de Campaña Santa Ana: el rostro cálido de una Iglesia en salida

Encuentro de Navidad de la zona del Vallès Occidental

Diciembre 14/Joan Andreu Parra/

[Antonio Velasco] En la parroquia de Santa Anna de Barcelona, las cenas para personas sin hogar se sirven entre las 18.30 y las 19.45. Me sorprendió ese dato y por eso pregunté:

— ¿Por qué dan la cena tan temprano?

Xavier Morlans, doctor en teología per la Universidad Gregoriana de Roma y vicario de esta parroquia, se recoloca las gafas, subiéndolas hacia el entrecejo con su índice, y responde que la cena se da tan pronto para que esas personas puedan llegar a los sitios donde suelen dormir antes de que otros se los quiten. Cajeros de entidades bancarias, huecos de escaleras, rincones mínimamente protegidos de la intemperie…

Una sobrecogedora escultura, que representa un homeless estirado sobre un banco de hierro, te recibe en la misma puerta de acceso al interior del templo. Si prestas atención puedes ver las heridas en los pies de esa figura.

— Es una imagen significativa de nuestra iglesia —explica Morlans al grupo de personas del grupo de ACO del Vallès Occidental que han acudido para conocer el proyecto social que se realiza en esta parroquia. La imagen representa la presencia de Jesús entre nosotros. 

— La parroquia no es un dormitorio. Somos un hospital de campaña —continúa Morlans. Acogemos a cualquiera que lo necesite, sin excluir a nadie. Esta iglesia, situada en el centro de Barcelona, justo al lado de la Plaça de Catalunya, no tiene parroquianos. Ello es debido a que, como pasa en los centros históricos de la mayoría de las grandes ciudades, todos los edificios están dedicados al comercio, a alojamientos turísticos y a oficinas empresariales. Son muy pocas las familias que viven en este entorno. Sin feligreses, decidimos impulsar la iniciativa de abrir el templo a las personas sin hogar y a todo el movimiento del voluntariado. Hasta ese momento, Santa Anna era visitada solo por turistas, como la guinda gótica de la ciudad. Ahora, con nuestra labor de ayuda a las personas que más lo necesitan, planteamos una denuncia al capitalismo y las desigualdades que este sistema genera.

 

Morlans, excelente orador, nos cuenta la anécdota de un hombre que es ayudado por este proyecto. Dicha persona, al contemplar una escultura de la virgen sujetando bajo la cruz a su hijo muerto —la Piedad—, dijo: “Yo soy el que está tumbao, pero algún día me gustaría ser como la que está ayudándolo”.

 

— Nuestro proyecto —sigue diciendo el vicario de Santa Anna— es una barcaza que ayuda a subir a las personas que nadan con chaleco salvavidas. Les damos calor y después las orientamos hacia donde las puedan ayudar: servicios sociales, Cáritas, albergues municipales… Debemos seguir denunciando las estructuras del capitalismo, que provocan la miseria de tantos seres humanos. Y, mientras tanto, hemos de continuar paliando las consecuencias que genera el sistema.

 

El rector de Santa Anna, Peio Sánchez, junto a Xavier Morlans y la teresiana Viqui Molins, fueron los impulsores de este proyecto de Hospital de Campaña, allá por el año 2015. Para ponerlo en marcha se inspiraron en la experiencia del Padre Ángel, fundador y presidente de Mensajeros de la Paz, premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1994 y rector de la parroquia de San Antón en Madrid.

 

Las personas que duermen en las calles de la ciudad de Barcelona son algo más de mil. De ellas, unas quinientas lo hacen entre el barrio gótico y el ensanche. Son personas heridas por el sistema. Siguiendo la consigna del papa Francisco, que dijo que todas las parroquias que pudiesen intentaran convertirse en hospitales de campaña, Santa Ana así lo hizo. 

 

— Si ves una persona herida, ayúdala a curarse —continúa Xavier Morlans. Estamos demostrando con nuestro proyecto que antes de que una parroquia sin feligreses se convierta en una cafetería, en una floristería o en cualquier otro negocio, como viene ocurriendo en diversas iglesias góticas de ciudades europeas, es mejor abrirla durante el día a los que duermen en la calle. 

 

Diariamente se sirven entre ciento veinte y ciento treinta desayunos, comidas y cenas. Unos 300 voluntarios colaboran con este proyecto humanitario, en el que, además de alimentos, se ofrecen otros importantes servicios de profesionales, como médicos, podólogo, psicólogo, psiquiatra e integradora social. Además, este proyecto dispone de un banco de gafas, un hogar de oportunidades, un piso de acogida cedido por las Teresianas y espacios de acogida para mujeres maltratadas…

 

Muchas de las personas beneficiarias de esta iniciativa, ya sean laicas, religiosas, agnósticas…, han acabado haciéndose voluntarias, colaborando en el proyecto. 

 

— Con esta labor —concluye Xavier Morlans—, estamos ayudando a muchas personas a descubrir un rostro de la Iglesia más cercano, humano y cálido.

A lo largo de los últimos años he conocido y colaborado puntualmente con proyectos sociales en Grecia. Proyectos impulsados y gestionados por el voluntariado, que demuestran que el humanismo bien entendido, como el que realiza la parroquia de Santa Anna de Barcelona, es y será siempre necesario, máxime ante la dejación de los Estados que, tras ser en muchos casos los responsables de esas injusticias, no se hacen responsables de las trágicas consecuencias que provocan sus políticas.

Antes de dar por terminada nuestra visita a Santa Anna, Morlans saca su guitarra y nos deleita con algunas canciones de su extenso repertorio.

 

Nadal Vallès Occidental a l'Hospital de Campanya Santa Anna



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