[Quim Cervera i Duran] Conocí a Francesc Porret (1929-2023) cuando en 1982 llegué a Sant Andreu, como vicario de la parroquia de Sant Andreu del Palomar. Ya sabía que era de ACO (Acción Católica Obrera) y enseguida supe de su actividad en el barrio, como fundador y presidente de la Asociación de Vecinos. Venía a menudo a la parroquia de Sant Andreu de Palomar, con su amada Pepa Brossa. Ya conocía del Seminario a su yerno, Josep Pascual, del curso anterior al mío, que fue de las primeras personas que visité en su casa, al llegar a Sant Andreu, y tuve una muy buena conversación con él y Gemma, hija de Francesc y Pepa. Me situaron y orientaron en el barrio querido.
Francesc Porret, un hombre fiel, a su esposa, a la familia, al barrio, a su gente, a la clase obrera, al país, a la parroquia, a ACO, y todo movido por una fe transparente y profunda.
Un hombre sabio que, en su conversación, siempre agradable y que iba a fondo, rezumaba bondad y paz.
Un hombre honesto que reconocía sus limitaciones y defectos. Recuerdo cuando le rindieron un homenaje en un restaurante de Sant Andreu, dijo: “Mi mujer no está aquí, porque no está de acuerdo en que me haya dedicado tanto al barrio y a muchas actividades sociales, y he descuidado la atención a la familia”. Me pareció de una gran honestidad y de hacer un reconocimiento en público de una debilidad y al mismo tiempo una valoración de la dedicación de su mujer a los hijos e hijas y a la casa.
Un hombre activista, con un gran equilibrio entre la reflexión, la oración, el trabajo interior de autoconocimiento y la acción hacia los demás, especialmente hacia los que más sufrían: la gente mayor (fundó el Casal d'avis Bascònia de Sant Andreu), los necesidades, los más vulnerables. En la parroquia insistió mucho en crear lo que llamaron “El Grup de barri” que intentaba conectar la comunidad cristiana con las necesidades y entidades del barrio y viceversa. De ese grupo nació, si no recuerdo mal, un grupo de atención a los internos en Centros Penitenciarios, y más adelante un Casal de ancianos.
Un hombre preocupado por la marcha de los acontecimientos sociales y políticos, con opinión propia y que sabía preguntar para atender y escuchar (tengo experiencia personal) lo que pensaban los demás sobre la política, el papel de las asociaciones de vecinos, el papel del iglesia en la sociedad... Recuerdo que hacia el año 1989 inició el I Congreso de la Gente de Sant Andreu y me pidió colaborar con él como sociólogo. Sabía descubrir las cualidades de cada persona, lo que podía aportar y nos ayudaba a sentirnos útiles.
Era un hombre mediador, que sabía reconciliar partes y posiciones en principio enfrentadas. Un gran constructor de espacios de diálogo y paz. Un hombre-puente. Un demócrata cotidiano, además de ser un antifranquista y contra toda dictadura de los poderes y la violencia.
Un hombre agradecido. Recuerdo que me agradeció personalmente y a la Asociación de jóvenes desempleados de Sant Andreu, que constituímos, que hubiéramos atendido y ocupado a uno de sus hijos que buscaba su lugar en la vida, y una ocupación que le diera horizontes. Estaba muy preocupado por sus hijos, que le dieron muchas alegrías y también sufrimientos, que intentaba afrontar con serenidad. Y todo era posible, sobretodo por la compañía, apoyo y plena dedicación de Pepa.
Era un hombre que creaba, pintaba, formaba parte y fue fundador del grupo de pintores del barrio, y apreciaba la belleza. Todo un hombre de acción tenía sus momentos contemplativos en el disfrute del arte, realizado y observado.
En definitiva, Francesc Porret i Gay, encarnó la esencia y el núcleo de ACO: ser buscador del Dios-Amor de Jesús en las personas, en las relaciones interpersonales y descubrir la luz del Jesús viviente en los acontecimientos de cada día, del barrio, del país y del mundo. Un cristiano completo. Un referente para mí y para muchas personas, de convicciones profundas, que como otras, ha mostrado en su vida sencilla y honda, al lado y con su inseparable Pepa, un cristianismo de liberación, un cristianismo arraigado en el pueblo, al lado de los más indefensos, de las víctimas de las injusticias sociales, un cristianismo abierto motor de la acción, que ofrece regalado un espíritu y un sentido de los movimientos sociales, y apunta hacia una utopía, que anima y espolea a acercarse.
Lo recordaremos y seguirá siendo para mí un gran y buen testimonio. Descanse en PAZ.
[Tengamos también presente en la oración a Josefina Rofastes Palau, militante de ACO desde la fundación, que murió el pasado 29 de noviembre. Mujer de Lleonard Ramírez y madre de seis hijos].
Eco en varios medios
En el Documento de ACO n. 10, 50 años: La experiencia actual de ACO, entre los dieciocho testimonios se puede encontrar en la p. 85 el de Francesc Porret (en ese momento, año 2003, tenía 74 años) donde revela, entre otras cosas que “todo lo que hago, me ha venido sobretodo de ACO: el sentido de estar al servicio de las personas, la atención a la gente, el compromiso social... ACO es quien más me ha dado”.
Asimismo, algunos medios locales y nacionales han recogido el deceso de Francesc Porret: