¡Cómo ha pasado el tiempo! Cuatro cursos como consiliario general acompañando a personas, militantes y consiliarios, en ACO. Un acompañamiento que se ha ido concretando con el paso del tiempo con Cristo de verdadero Compañero de camino. Más de una vez me ha tenido que esperar junto a un pozo para entrar en diálogo conmigo en momentos delicados: marcha prematura del coordinador general que nos llevó a hacer una revisión de vida para actuar a la luz del Evangelio, dificultad de encontrar relevo de presidenta y de otras responsabilidades de militantes y consiliarios, protagonismo imprevisto de la pandemia de covid que nos ha cambiado la vida y el funcionamiento del movimiento, envejecimiento y muerte de consiliarios referentes que nos han hecho plantearnos seriamente la memoria histórica (últimamente la muerte del muy amado Tano Casacuberta), sensación de paria e indocumentado ante los obispos por no tener un nombramiento episcopal como consiliario de un movimiento de Iglesia, muerte inesperada del compañero sentimental de la coordinadora general que nos ha dejado con una brecha de dolor y de coraje para tirar hacia adelante…
En ese pozo de agua compartida se han ido parando personas con sus nombres y apellidos que han dejado escrito en mi cuaderno de vida de consiliario cura. En su camino tenía que pasar por la región de Samaria. Llegó así a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob había dado en herencia a su hijo José. Allí estaba el pozo que llamaban de Jacob. Cerca del mediodía, Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Los discípulos habían ido al pueblo a comprar algo de comer. En esto una mujer de Samaria llegó al pozo a sacar agua, y Jesús le pidió: “Dame un poco de agua”. (Juan 4,4-8)
Antes me había dejado el testigo Josep Jiménez Montejo como consiliario general para dedicarse al acompañamiento del Movimiento Europeo de Trabajadores Cristianos junto a tantas tareas que tenía. Seguía dando lo mejor de su carisma de presbítero en el mundo obrero. También yo he tenido que compaginar mi responsabilidad de ACO con otros menesteres pastorales y familiares; párroco de la parroquia de Sant Francesc d’Assís de Bellavista y de la parroquia de Santa Coloma de Marata, consiliario del MIJAC de Bellavista y de la JOC del Vallès, consiliario de tres grupos de ACO, consiliario de zona de ACO del Vallès Oriental, responsable de un grupo del Pradó e hijo de un padre con demencia senil y hermano de un divorciado con problemas añadidos. No me extraña que Jesús se detuviera para descansar y pidiera agua a una mujer samaritana sin importarle que no fuera judía. Necesitamos pedir agua a los demás sin poner etiquetas para entrar en diálogo humano y divino. Pero como los judíos no tienen trato con los samaritanos, la mujer le respondió: “¿Cómo tú, que eres judío, me pides agua a mí, que soy samaritana?” Jesús le contestó: “Si supieras lo que Dios da y quién es el que te está pidiendo agua, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva.” (Juan 4,9-10)
Posiblemente he querido calmar esa sed sin saborear lo suficiente esa agua tan especial poniéndome impedimentos o agarrándome a experiencias pasadas con otros movimientos. Porque no es lo mismo acompañar movimientos de niños y de jóvenes que de adultos. Así tuve que realizar ese proceso pertinente. He tenido que hacerme mío el servicio de consiliario general de ACO con mis cualidades y limitaciones, mis renuncias y mis aprendizajes como la samaritana del evangelio. La mujer le dijo: “Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es muy hondo: ¿de dónde vas a darme agua viva? Nuestro antepasado Jacob nos dejó este pozo, del que él mismo bebía y del que bebían también sus hijos y sus animales. ¿Acaso eres tú más que él?” Jesús le contestó: “Los que beben de esta agua volverán a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, jamás volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré brotará en él como un manantial de vida eterna.” La mujer le dijo: “Señor, dame de esa agua, para que no vuelva yo a tener sed ni haya de venir aquí a sacarla.” Jesús le dijo: “Ve a llamar a tu marido y vuelve acá.” “No tengo marido”, contestó ella. Jesús le dijo: “Bien dices que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es tu marido. Es cierto lo que has dicho.” (Juan 4,11-18)
Quisiera dejar constancia que ha habido muchos espacios en este camino de cuatro años o cursos que he podido beber de esa agua que no se acaba. Sí, he podido vivir momentos y espacios para afirmar que ACO con Jesús de Nazaret puede ofrecer agua viva. Quisiera acordarme de algunas experiencias de agua viva que me han ido calmando esa sed que me producía por el hecho de andar, a veces solo y otras acompañado, como consiliario general:
No es de extrañar que la samaritana, en el diálogo con Jesús, fuera descubriendo que su vida tenía un potencial que le era desconocido hasta entonces. Beber del agua de Cristo es purificarse por todo aquello que enturbia nuestra mirada, palabras y gestos. Por eso, en estos años he hecho proceso de maduración como la samaritana. Puedo decir que, después de lo que he vivido como consiliario general de ACO, salgo más humilde cura consiliario desde Cristo, aunque parezca redundante. Reconozco que he pasado de ser un potro desbocado a ser un mulo de carga. Sí, haciéndome cargo de tantas cosas y personas a la luz y al sabor del agua viva del Evangelio. Al oír esto, le dijo la mujer: “Señor, ya veo que eres un profeta. Nuestros antepasados los samaritanos adoraron a Dios aquí, en este monte, pero vosotros los judíos decís que debemos adorarle en Jerusalén.” Jesús le contestó: “Créeme, mujer, llega la hora en que adoraréis al Padre sin tener que venir a este monte ni ir a Jerusalén. Vosotros no sabéis a quién adoráis; nosotros, en cambio, sí sabemos a quién adoramos, pues la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y es ahora mismo, cuando los que de veras adoran al Padre lo harán conforme al Espíritu de Dios y a la verdad. Pues así quiere el Padre que le adoren los que le adoran. Dios es Espíritu, y los que le adoran deben hacerlo conforme al Espíritu de Dios y a la verdad.” Dijo la mujer: “Yo sé que ha de venir el Mesías (es decir, el Cristo) y que cuando venga nos lo explicará todo.” Jesús le dijo: “El Mesías soy yo, que estoy hablando contigo.” En esto llegaron sus discípulos. Se quedaron sorprendidos al ver a Jesús hablando con una mujer, pero ninguno se atrevió a preguntarle qué quería o de qué hablaba con ella. La mujer dejó su cántaro y se fue al pueblo a decir a la gente: “Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será este el Mesías?”. (Juan 4,19-29).
Seguro que otra persona se pondrá en mi lugar con su estilo y experiencia. Ya sabemos que no será otro Pepe Baena, menos mal, sino que será otro seguidor o seguidora de Cristo que se pondrá a servir a este movimiento de Iglesia que tanto amo. Si he conseguido contagiar esta sed evangelizadora para que otra persona sea consiliaria general, pues me sentiré con ganas de dejar mi cántaro en el pozo para seguir a Jesús por donde me llame. Muchos de los que vivían en aquel pueblo de Samaria creyeron en Jesús por las palabras de la mujer, que aseguraba: “Me ha dicho todo lo que he hecho.” Así que los samaritanos, cuando llegaron adonde estaba Jesús, le rogaron que se quedara con ellos. Se quedó allí dos días, y muchos más fueron los que creyeron por lo que él mismo decía. Por eso dijeron a la mujer: “Ahora ya no creemos solo por lo que tú nos contaste, sino porque nosotros mismos le hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo.” (Juan 4,39-42)
¡Muchas gracias!
Pepe Baena Iniesta